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Contra corriente

La historia, ejemplo a seguir

El nacionalismo que en algún tiempo fue la política que utilizaron los priistas en México no fue tan atroz, tan malo como otros nacionalismos en el mundo que han sido negativos para la población

Y me voy directamente a la historia de los pueblos; la cultura egipcia, milenios antes de Cristo, según Jack Pirenne, fue la primera civilización que floreció en la región; naturalmente anterior a Grecia, el Islam y, en fin, los pueblos de la “Media Luna”.

Cuando los egipcios expandieron sus fronteras hacia los territorios del Norte mediante la conquista de Siria, Iraq, Afganistán, etc., logró su máxima prosperidad. Abrió sus puertos y sus caminos al comercio, a la rutas caravaneras, al intercambio y respeto a las libertades religiosas. Cuando se cerró y se convirtió en un pueblo similar al feudalismo europeo fue el fin de esta civilización. Su nacionalismo terminó con aquel florecimiento que había logrado abriendo sus fronteras.

La apertura de aquellas civilizaciones al comercio y a las libertades, incluyendo las de paso a las caravanas y puertos, posibilitó su esplendor y su crecimiento. El cierre de sus fronteras fue el fin de estas civilizaciones

La peor época de Europa vino con la instauración del feudalismo. Las libertades que los árabes instalados en España concedieron a la religión e intercambios por vía terrestre, ríos y mar, lograron una visible prosperidad, desde España, en el Sur de Europa, y pueblos del Mediterráneo, hasta Palestina, incluso India y China. El feudalismo terminó con estas libertades e incluso los árabes fueron expulsados de Europa. Reyes, condes, marqueses y príncipes fueron el fin de las libertades y a la vez los tiempos de la cerrazón y de la explotación de aquellos pueblos de Europa. Feudalismo igual a riqueza de la Iglesia y la nobleza al poder. Clero y nobleza incluso cerraron el paso a las libertades religiosas: Existe una buena semejanza entre feudalismo y nacionalismo. El nacionalismo a la vez es igual a cerrarse; cerrar sus fronteras (ahí le hablan, Mr. Trump; ahí te hablo Andrés Manuel López Obrador).

El nacionalismo de Adolfo Hitler llevó al mundo a la catástrofe. El nacionalismo de raza y religión, cuando se convierte en fanatismo es igualmente pernicioso. El mundo está hecho de diferencias, no se puede negar o no se deben cerrar los políticos a esta realidad. Entender esto es igual a ser hombre libre, de lo contrario se convierten políticos y hombres en esclavos de su incultura; de su cerrazón. Buen día AMLO.

El México de la apertura racial le fue beneficioso. Es uno de los países mestizos más orgulloso de su mestizaje. Pero México fue también algún día nacionalista al grado de cerrarse. No son nuestros mejores tiempos a pesar de algunos avances logrados por la clase revolucionaria. Los mejores tiempos de México son aquellos de la apertura en comercio y religión. Basta recordar aquellos pantaloncitos de mezclilla del México cerrado revolucionario. Dan hoy pena y tristeza. Nunca nos fue mejor con el nacionalismo pero debemos agradecer a Lázaro Cárdenas de cualquier forma; pero el nacionalismo agrícola, tampoco ha sido un éxito en nuestro país.

Donald Trump ignora esta realidad. En este aspecto es un hombre primitivo, nacionalista sin duda porque cree que tiene razón al proteger a EU comercialmente y a la vez de otras razas que le molestan. Todo el argumento de los políticos y gobiernos nacionalistas es ser ellos primero; ellos al frente, ellos dominando al mundo. El mejor ejemplo: Hitler, Fidel Castro y el feudalismo.

El autor es artista plástico.

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