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Reflexión Universitaria

La disputa por el erario público

Así de cruda, pero realista es la expresión. Todos los políticos sin importar partido, están en la búsqueda de cómo hacerse ricos de la manera más fácil. Fíjese usted, quién no quisiera ser político y enriquecerse de una manera rápida sin invertir dinero. Veamos, con o sin preparación académica, muchos han incursionado en la política sin recato, sin ética, sin moral y sin el conocimiento que se debe tener respecto a la problemática de la región en donde se pretende gobernar; es más, en las últimas décadas, se ha deteriorado tanto el quehacer político que cada vez llegan al poder los menos preparados, que “hasta tienen faltas de ortografía al momento de hablar”, no son incapaces de articular palabras, menos lo serán para crear ideas. Esa es la clase política que nos gobierna, donde lo único que les importa es enriquecerse, roban y roban y nadie les dice ni les hace algo, gracias a la “impunidad” imperante y a la no aplicación del “estado de derecho” que existe solo en la letra muerta de nuestras leyes. Por eso, numerosos personajes y sus familias, sin pudor alguno, incursionan en la política. Muy fácil, durante las campañas y fuera de ellas, el gobierno les asigna un presupuesto para mantener a muchos “zánganos”. Se especula, que durante la campaña una parte importante del dinero concedido pasa a los “bolsillos” de los candidatos. Después y ya con el triunfo en la mano, si se es diputado empiezan a vender “caro su amor” ya que no levantarán la mano si no reciben su “maicito”. Otros políticos utilizan su fuero e información privilegiada para hacer negocios y enriquecerse. Eso de hacer leyes no está en ellos, salvo que se trate de una iniciativa que lo beneficie directamente, o a su partido, o a su pandilla o al propio gobernador en turno, quien no respeta ni la división de poderes ya que él les dicta órdenes de lo que deben aprobar o no. Por eso, en este negocio redondo, donde no invierte de su bolsillo, todos desean entrarle, roban en campaña, roban en el ejercicio de su función y terminan su gestión con los bolsillos llenos y dejan las arcas del erario vacías. Y hasta practican aquella máxima que dice “después de mi el diluvio”. De allí, que hasta las nuevas generaciones opten por esta profesión (así les dicen a los políticos profesionales). En esta etapa histórica de México, la clase política, llámense de todos los partidos, han venido deteriorando el “tejido social” con políticas adversas al interés nacional, han entregado los recursos del país a manos extranjeras, en consecuencia, el empobrecimiento de los ciudadanos mexicanos. Nuestro país es muy rico en recursos naturales y sus habitantes debieran tener niveles de bienestar superiores a otros países latinoamericanos. Estamos estancados, no encontramos por quién votar, buscamos a ese alguien que realmente se comprometa a sacarnos del bache moral y económico en donde nos encontramos. No nos hemos atrevido a dar un paso hacia adelante, no queremos arriesgar nuestra “zona de confort”, pero yo siempre he dicho “más jodidos” no podemos estar. En nuestro país y quizás en todo Latinoamérica se ha instaurado la “cultura del privilegio”, y es aquí, donde los grupos “fácticos de este país” no permiten el cambio por temor a perder sus privilegios y prebendas. En síntesis, lo que se juega en esta campaña política actual es la disputa por el “erario público”. Hay que atrevernos a cambiar, pero hay que tener presente que la “reversa también es cambio”, ¿o no?

El autor es académico de la Facultad de Ciencias Administrativas de la

UABC.

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