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Juegos de Poder

Yo ya no le creo a la PGR

Se trata de una maniobra que puede ser eficaz desde el punto de vista electoral, pero que erosiona la credibilidad de las instituciones. Me refiero a la utilización de la Procuraduría General de la República (PGR) para lanzar dizque investigaciones relacionadas con candidatos a puestos de elección popular, o de sus familias, a fin de manchar su prestigio y pegarles la etiqueta de “corruptos”. Dos casos me vienen a la mente de que sí puede funcionar para ganar elecciones.

En 2006, el candidato a la gubernatura de Jalisco por el PRI, Arturo Zamora, iba bien en las encuestas. El estado lo gobernaba el PAN. Este mismo partido tenía el control del gobierno federal. En medio de las campañas, la PGR filtró, y luego confirmó, que la DEA (agencia anti-drogas de Estados Unidos) estaba investigando a Zamora por “presuntos nexos con el narcotráfico”. Ya en vísperas de la elección, la PGR aclaró que la investigación a Zamora no era por narcotráfico sino por una acusación de presunto fraude al IMSS interpuesto por…el PAN. El daño, sin embargo, ya estaba hecho. Gracias a la “ayudadita” de la PGR del gobierno panista de Fox, el PAN retuvo la gubernatura de Jalisco.

El año pasado, comenzando la campaña por la gubernatura del Estado de México, El Universal informó en su primera plana: “Investiga PGR a familia Vázquez Mota por lavado”. En grandes letras se afirmaba que “las compañías están acusadas de tráfico de $400 millones”. Esto fue a finales de marzo cuando Josefina iba en primer lugar en las encuestas. La candidata panista, quien ingenuamente no esperaba el trancazo, no supo cómo reaccionar. Se desplomó en las encuestas. A finales de mayo, cuando ya estaba muy abajo en las preferencias, la PGR aclaró que no estaba investigando a la familia Vázquez Mota. Gracias a la “ayudadita” de la PGR del gobierno priista de Peña, el PRI retuvo la gubernatura del Estado de México.

También está el caso de Fox usando a la PGR para desaforar a López Obrador con la intención de quitarlo de la boleta presidencial de 2006. Sin embargo, a diferencia de los otros dos acontecimientos mencionados, el tiro le salió por la culata al Presidente. La persecución de AMLO sólo lo fortaleció. Fox, por fortuna, reculó. Empero, cuando López Obrador perdió en las urnas, argumentó que le habían hecho fraude, lo cual resultó creíble para muchos a la luz del desafuero.

Y ese es el problema de fondo de utilizar a la PGR en estas maniobras de politizar a la justicia: erosionan la credibilidad de las instituciones comenzando, por supuesto, por la PGR. ¿Cómo creerle a nuestra procuraduría si se presta a estas manipulaciones?

Cuando Jesús Murillo Karam fue procurador, literalmente se cansó de tratarnos de convencer de sus conclusiones sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Presentó toneladas de evidencia. Pero no había quién le creyera. El gobierno tuvo que traer a una comisión internacional a evaluar la investigación de la PGR. En una nuez, dicha comisión concluyó que nuestro sistema judicial era una basura. Pues sí, es una porquería porque viene del régimen autoritario anterior donde instituciones como la PGR servían para premiar o castigar a los amigos o adversarios del régimen. Y los gobiernos panistas no hicieron nada para cambiar esto. Al revés: se acomodaron fácilmente. Ni se diga del gobierno actual del PRI que, fiel a su ADN, utiliza de nuevo a la PGR con el mismo modus operandi para tratar de neutralizar a Ricardo Anaya.

Pero tienen un problema. A fuerza de gritar “hay viene el lobo”, ya nadie les cree. Bueno, seré más preciso: yo ya no les creo.

La pregunta es si, usando a la PGR, el gobierno actual se saldrá con la suya y sacará a Anaya de la contienda, ya sea bajándolo de las encuestas o de plano quitándolo de la boleta. Imaginemos que sí. Pues ya estamos en un problema porque una de las fuerzas políticas, que hoy tiene un tercio del voto, desconocerá los resultados de la elección. Alegará que hubo fraude. La misma cantaleta que en el 2006, pero ahora desde la derecha. Ahora supongamos que el PRI no sólo desbanca a Anaya sino que acaba ganándole a López Obrador. Fiel a su tradición, AMLO rechazará el resultado por fraudulento. Tendremos, así, un muy bonito conflicto post-electoral con la mayoría de los votantes enojados creyendo que los priistas se robaron la elección a la mala. ¿Así quiere terminar su sexenio Peña? ¿Con esa legitimidad pretende gobernar Meade? Por increíble que parezca, sí.

Twitter: @leozuckermann

Correo electrónico: leo.zuckermann@cide.edu

*- El autor es analista político/profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

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