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Camelot

Vertebración y responsabilidad social

"Somos lo que hacemos"

Nos encontramos en una zona de confort, poco importa si uno reside en Tijuana o en la sierra de Guerrero, pareciera que tampoco depende de la condición económica de las personas, aunque uno esperaría que a mayores estadios de educación se opinará diferente, vivimos tiempos en nuestro país en los que hoy está más vivo que nunca una sociedad que exige a manos llenas, sin importar el incumplimiento de muchas de nuestras obligaciones elementales; no pretendo justificar de manera alguna los altísimos niveles de incompetencia en prácticamente todos los niveles de gobierno, pero sí invitarle a una reflexión respecto a lo fácil que le dejamos a la clase política la irresponsabilidad de mal gobernar alentada a su vez por ciudadanos poco responsables.

Hace miles de años decidimos vivir en comunidad renunciando con ello a algunos de los derechos naturales del ser humano supeditando nuestra convivencia al cumplimiento de un contrato social, mismo que no solo generó derechos sino que condicionó el mismo al cumplimiento de algunas obligaciones tanto de la autoridad como de quienes conformamos la sociedad; es por lo anterior que resulta irreductible la lógica de que las leyes se cumplan en algunos, en los bueyes de mi compadre, y no en todos, es decir nosotros, o lo que es lo mismo, alentando que nuestro estatus social en la comunidad nos dé el derecho a un trato diferenciado al de los demás, cancelando con ello la naturaleza de cualquier equilibrio de justicia elemental, la igualdad de oportunidades para todos. La continuación de estas prácticas, atenta contra cualquier lógica moral y ética, desde hace mucho confundimos el respeto al voto con la democracia, cuando ésta no existirá jamás si el Estado diferencia la aplicación de la ley a los ciudadanos por su condición social, económica o política; o si en el ámbito empresarial para la asignación de la obra pública poco importa la capacidad de la empresa y el prestigio de su trabajo, lo importante es el cúmulo de nuestras relaciones y la capacidad de pagar la mordida regularmente exigida para la asignación de la obra.

Podemos decidir ser parte del cambio procurando ser la solución a través del empoderamiento de la sociedad, o simplemente seguir nuestro papel de víctima-victimario, dependiendo del momento en que nos desempeñamos en la sociedad, podemos decidir seguir siendo las plañideras de nuestro funeral adelantado hablando sólo de la corrupción gubernamental sin sancionar abierta y airadamente muchas de las prácticas que nuestras empresas o nosotros mismos llevamos en práctica el día a día; es que si solo vamos a hablar de la corrupción de nuestros gobernadores y alcaldes sin asumir que a la vuelta de la esquina reconocemos en la mordida al policía el cortoplacismo de nuestra relación sociedad-gobierno no debe de sorprendernos el grado de pobreza moral que hoy impera en grandes, grandísimos sectores de nuestra sociedad, renunciando con ello a la construcción de una agenda social que genere riqueza comunitaria, que nos permita con responsabilidad dar ejemplo y testimonio para poder exigirle lo mismo a quienes hemos decidido ejerzan la patria potestad de nuestros gobiernos; cuando la verdadera potestad para con la patria es la nuestra, la que con su cumplimiento nos da el inapelable derecho de exigirles que se comporten a la altura o, de lo contrario, que se vayan.

El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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