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Palabra por palabra

Santiamén

Coloquial locución adverbial que significa en un instante. Tal y como va leyendo las primeras palabras de esta columna, “en un santiamén”. Los chavos (como yo) también decimos “de volada”. “Rapidísimo”, los que se comunican en forma directa y sencilla; “Ipso facto”, los de hablar ampulosos, dominguero y prosopopéyico…

Mil cosas pueden suceder en un santiamén que nos cambia la vida. Escuchar al médico diagnosticándonos una enfermedad para nosotros insospechada o la pérdida de la confianza en una persona muy cercana que creíamos de lealtad indestructible. Así, en un chasquido de dedos ¡Zas! Todo cambia. ¡Nada es permanente!

Un santiamén es una ráfaga de tiempo sólo comparada con un abrir y cerrar de ojos. Por ejemplo, cuando estamos esperando que salga un automóvil del único cajón de estacionamiento disponible y, cuando lo hace, ¡un condenado en un santiamén nos gana el lugar! O, cuando llegamos con el carrito repleto de mercancías a la caja en donde le están cobrando a un cliente y el inmisericorde cajero nos dice: “Ya está cerrada” aunque evidentemente está abierta. O, las personas que presurosas entran a la iglesia, se santiguan como poseídos de Speedy González al tiempo que dicen algo entre dientes y se retiran del templo en un santiamén. ¿Cuántas indulgencias se ganarán con tanta prisa?

LA PALABRA DE HOY. – SANTIAMÉN.

Período de tiempo muy breve que surge de la expresión religiosa en latín 'Spiritus Sancti, Amén' que como ocurrencia se contrajo en un Santiamén. Viene del tiempo en que las misas se celebraban en latín y el sacerdote se persignaba, diciendo: 'In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amén'. La gente, que no sabía latín, devotamente contestaba “Santiamén” y lo hacía rapidito para no desentonar.

A los mexicanos no nos caracteriza el uso productivo del tiempo. Por ello, hemos acuñado formas de expresión imposibles de precisar, por ejemplo: “En un momento lo atiendo” que resulta un tiempo indefinido. Y otro más osado: “En un segundo estoy con usted”. Y más aún, cuando se emplean un diminutivo de imposible cumplimiento “en un segundito” dimensión que ningún matemático astrofísico ha podido calcular. Por eso, en México, un instante difícilmente equivale a un santiamén, siempre dura más.

DEL CIBERESPACIO: INSTANTES.

Con frecuencia se confunden peras con manzanas en la inmediatez del Internet y de las redes sociales. Así, el poema Instantes o Momentos indebidamente se le atribuye a Jorge Luis Borges cuando en realidad es de Nadine Stair. Y para reivindicarlo, aquí van algunos de sus versos:

“Si pudiera vivir nuevamente mi vida, / en la próxima trataría de cometer más errores. / No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. / Sería más tonto de los que he sido /… comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera / y seguiría descalzo hasta concluir el otoño / … jugaría con más niños / si tuviera la vida por delate. / pero ya me ven, tengo 85 años / y sé que me estoy muriendo”.

Aprovechémosla porque es muy caprichosa y suele irse en un santiamén.

*El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad.

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