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Ecoanálisis

Cuando en el alto Golfo de California en febrero todo parece tranquilo, es que todo mundo hace su “agosto”. Y mientras algunos esperan que Semarnat cumpla su promesa y los deje pescar totoaba deportivamente, otros aprovechan la “calma chicha” para seguir pescándola furtivamente. Los compradores chinos se han sofisticado en extremo. Han desarrollado habilidades clasificadoras para distinguir características del tejido de la vejiga natatoria o buche de la totoaba. Antes sólo el tamaño y peso definía el precio, ahora buscan la perfección del producto para lograr la mejor ganancia en el mercado asiático.

Como es sabido, semanas atrás fue descubierta una nueva ruta para traficar con el buche con salida desde Hermosillo, Sonora. Hay sonorenses presos en Hong Kong por intentar meter buches secos por esa ruta. Esto explica por qué al menos en San Felipe, nunca han dejado de trabajar los chinos compradores de buche, que todo mundo conoce y sabe dónde viven, menos la autoridad. A esos capitales ambulantes ni el SAT los toca. Y mientras haya compradores y en este caso a domicilio, habrá oferta de buche ilegal. La aparente “calma chicha” se debe en buena medida a que el precio por kilo se ha estandarizado en 300 dólares. Por eso nadie quiere pescar otra especie.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, a pesar que la autoridad los deja trabajar, los pescadores furtivos de totoaba están preocupados y con razón. Resulta que como nunca, escasean las totoabas…pero abundan los totoabos. Esta especie, “Totoaba macdonaldi”, endémica del alto Golfo de California, nace sin sexo definido. Es hasta después de los 4 años y medio que se define cuál es macho y cuál hembra. Ésta última, es la que alcanza la talla máxima de unos 135 kilogramos y 2.3 metros de largo, si se saca la lotería de no ser capturada antes. Uno de estos organismos puede llegar a vivir hasta el medio siglo.

Y quienes mejor conocen el desarrollo de la especie empíricamente son los propios pescadores, sobre todo aquellos hoy adultos mayores que la pescaron intensivamente antes de la veda de 1976. Ahora se preguntan ¿y las totoabas (hembras)? ¡Puro machorro, puro machorro! Como se conoce a la totoaba antes de definir su sexo, pero que se utiliza también en lugar de macho joven. Desde luego no cabe preguntarles a los pescadores expertos si están confundiendo a totoabas inmaduras sexualmente con machos maduros, nosotros citadinos nos confundiríamos, ellos no. Su preocupación va más allá: ¿será un efecto no previsto en aquellos animales nacidos en el Laboratorio de la UABC en Ensenada y liberados aquí?

¿Será consecuencia del cambio climático? Cualquiera que este fuese, pudiese ser desastroso para el equilibrio hembra-macho de la totoaba. En algunas especies de reptiles y anfibios, el sexo de cada individuo lo define la temperatura del anidamiento. Para unos si frío es, macho es y viceversa en otros, entonces una baja o alta temperatura continua, puede ocasionar la desaparición de una especie. ¡Y súmele la pesca ilegal!

*- El autor es investigador ambiental independiente.

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