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El Imparcial / Columnas / notamigracion

Mirador

La anciana dice:

-Tengo frío.

Vive en un tejabán hecho de láminas y tablas. Vive sola: su marido murió hace tanto tiempo que ya ni lo recuerda, y sus hijos se fueron quién sabe a dónde, pues nunca regresaron ya. Está sola, por tanto. Sola en la vida y sola en los recuerdos.

Dice la anciana:

-Tengo frío.

¿Cuál es su edad? Ni ella misma lo sabe. Puede ser que tenga 80 años, o 90. Aunque igual puede tener 60. La pobreza envejece, y la soledad envejece más aún. Pero es anciana. Muy anciana. Todo el cuerpo le duele, y toda el alma.

La anciana dice:

-Tengo frío.

¿A quién se lo dice? A nadie. No tiene nadie a quien decírselo. Pero en voz alta dice: "Tengo frío". Se lo dice al mundo, quizás, o se lo dice a Dios. Pero ni Dios ni el mundo la oyen. Y la anciana tiene frío. Mucho frío.

¡Hasta mañana!...

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