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Póstigo

AMLO: surtido y copeteado

Sería impreciso afirmar (o negar) que la hostilidad desplegada en contra de López Obrador se debe a desavenencias ideológicas, políticas, religiosas o personales, las que estimadas casual o premeditadamente lograron despabilar las bajas pasiones de críticos, competidores, acusadores y sobrados difamadores. De hecho, y por encima de lo anterior, es el persistente involucramiento electoral del morenista que llevó de un simple venero comicial hasta lo harto conocido: un contagioso caño por donde corre inagotable río de bazofia propagandística dictada, patrocinada y propalada contraria al tabasqueño por medio de visibles como invisibles atajos que la mafia del poder empresarial, financiero, gobernante, sindical y eclesiástico controlan y mantienen dispuesto para las intimidantes guerras sucias.

Es creíble que para determinadas memorias sea autoflagelarse por traer a mentes la canalla cruzada urdida y ejecutada por cuenta de grupúsculos patronales que, en ofrenda del tristemente célebre Felipe Calderón, emprendieron en su momento un motín de afinados con la corrupta presidencia panista de Vicente Fox para semana con semana, día tras día, minuto a minuto difundir de Norte a Sur y de Este a Oeste la profecía que remató comercializando la satánica amenaza de “López Obrador es un peligro para México”: indecente cantamañanas berreado por televisos, aztecos, prensa y radio que aparte de socavar la imagen de Andrés Manuel, afirmó el profundo desprecio que a la mafia le merece México lo electoral, el voto, la participación y orientación ciudadana.

La lección “cívica, ética y moral” entonces dictada por farsantes del bien para salvarnos del feroz pejelagarto ocasionó, en congruencia, un alarmante desdén hacia los partidos, campañas, órganos electorales y candidaturas, las que equitativamente emigradas no encuentran qué decir y hacer con tal de toparse con los dispuestos a sufragar voluntariamente o, de menos, atraer al ejercito disponible a vender sus carencias asistiendo a las próximas urnas concluyentes de un sexenio saqueador, cínico y violento, aunque aferrado a continuar haciendo de las suyas tope con lo que tope.

Y como el rumbo trazado por la casta prianista y testaferros luce pavimentada, sin alcanzar aún pleno vuelo, lo electoral ya destila polvo de aquellos lodos liberando contra el ex gobernante de la CDMX una ofensiva verbal y escrita rebosante de moscas expresándose, dicha embestida equiparando a AMLO con el “dictador Maduro”, juzgándolo de populista silvestre, cristiano hipócrita, pragmático extremista, legua larga con ideas chatas, ocurrente, perturbado, carente de posturas ideológicas… en fin, una letanía de estúpidas maquinaciones donde cualquier gesto obradorista es enredado, mezclado y desorientado.

Aquí no hay sorpresas, por eso en esta nueva coyuntura ponen al ex priista-panista Alfonso Durazo (escogido por AMLO para secretario de Seguridad Pública) como “lazo de cochino” a causa de presumibles carencias para desempeñar el cargo, o sea, los burros hablando de orejas, como si los tricolores y azules del pasado al presente fueran un estuche de monerías, probidad y sabiduría.

En política no hay santos, López Obrador, aparte de pecar, incomoda a los corruptos…

* El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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