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Visión académica

Posibilidad de una rebeldía civil organizada Lamentablemente, no me tocó presenciar las recientes movilizaciones del pueblo bajacaliforniano contra la privatización del agua y el gasolinazo. Su reacción nos hizo recordar al movimiento social boliviano contra la privatización del agua. Dicho movimiento culminó con el ascenso de Evo Morales al poder. Para valorar la importancia del agua, baste pensar que permitió, nada menos que, el nacimiento de Mexicali en medio de un desierto. Convirtiéndolo en una especie de oasis en el desierto. Sin ese recurso, imposible pensar su existencia. En la memoria social se asume que es vital para la vida. Eso explica la rebelión, nunca vista del pueblo cachanilla, contra de la privatización del agua. La lucha por el agua en un desierto, se transforma en lucha por la defensa de la vida. En el fondo el pueblo bajacaliforniano libra otra lucha, “el agua como mercancía” o “el agua como bien público”. Baja California no puede permitir que venga alguna trasnacional y se apropie de este recurso natural que es un bien público, al igual que el aire, que es para disfrute de todos. Las tendencias neoliberales pretenden convertir en mercancía todos los bienes de la naturaleza; y en cierta forma, desde hace tiempo, este proceso viene avanzando, al aparecer las “botellitas de plástico” con agua, que nos venden carísimas; desplazando paulatinamente a los “garrafones”, cuyo precio es incomparablemente más barato. Es importante destacar que este movimiento surge en un momento de trascendencia histórica. Las corrientes neoliberales vienen imponiendo de manera brutal y violenta, un nuevo orden social, político y económico al mundo. Y México, al tener más de 3 mil kilómetros de frontera con la principal potencia y a Trump con características fascistoides, tiene un desafío gigantesco. Tal proceso solo puede ser detenido mediante el desarrollo de una conciencia civil organizada entre ambos países, unidos con luchadores que se oponen a Trump, en su país. En ese sentido, es digno de saludar la emergencia de un movimiento denominado Conciencia Civil Cachanilla, cuya denominación evoca un deseo, un sentir, una rebeldía, una verdadera insurgencia; pero también expresa la idea de desafío con dos necesidades. La primera, la necesidad de elevar dicha conciencia; y la segunda, la necesidad de construir una organización permanente con sedes en todos los municipios y que sea referente social de confianza y de lucha. Porque hasta la fecha, ninguno de los partidos autodenominados de izquierda, son partidos de lucha, todos son partidos electoreros, entrampados en la denominada democracia representativa, pretendiendo que sea el elegido quien lleve a los órganos gubernamentales el sentir popular. La “democracia delegada” en un representante, está demostrado que ya no funciona; porque el sentir popular jamás tiene oportunidad y medios de expresión. No obstante, la rebeldía social ha abierto otras posibilidades de expresión, vía redes de internet. Dichas redes tienen una virtud, pero también una limitación. La virtud es que rápidamente comunican, expresan y se convierten en un termómetro del sentir popular; pero su limitación es que la organización requiere de la interacción cara a cara, donde alguna idea importante puede ser enriquecida por el conjunto, por la asamblea, por la organización actuante, democráticamente, realiza un proceso de construcción y reconstrucción de ideas. El autor es catedrático de la UPN campus Mexicali.

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