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Visión académica

El pueblo está despertando y dice “basta” El pueblo de México está despertando, es el nacimiento de una nueva forma de conciencia y rebeldía, el gasolinazo solamente fue el detonante. Lo sorprendente es el estallido nacional, espontáneo, sin un centro que lo coordinara nacionalmente, sin organización previa, fue una detonación social. No obstante, hubo fuertes indicios de participación social, las autodefensas en Michoacán, nos indicaban la voluntad popular de intervenir ante el desgobierno y la corrupción; de igual manera, las grandes manifestaciones del magisterio de la CNTE. Lo interesante es ¿cómo se sincroniza la voluntad de acción en un país como México? Seguramente es un desafío interpretativo para sociólogos acerca del comportamiento de las masas. Muchos plantean que son las redes sociales del Internet las que posibilitan la disposición a la acción simultánea. Sin desconocer el papel de las redes; no obstante, la Revolución Mexicana tuvo mucho de estallido en fecha fija, el 20 de noviembre, y en ese momento, casi al unísono, se inicia ese gran movimiento histórico. Pareciera que los pueblos poseen una temporalidad de maduración para su disposición a la acción, con sus formas de conciencia, sus límites de tolerancia, acumulación del hartazgo y basta una “chispa” que provoca el gran estallido. El gobierno trató de recurrir a procedimientos delincuenciales (pagar entre 800 y mil pesos a provocadores para cometer actos vandálicos, hacer destrozos y pillaje) para justificar la represión. Rápidamente eso fue desmontado, cuando en Monterrey los manifestantes, en un gigantesco coro gritaban “ese no es el pueblo”, “ese no es el pueblo”, para desmarcarse de los provocadores. Con eso bastó para que saliera a luz la maniobra. Pero obsérvense con claridad las implicaciones del comportamiento gubernamental, habituado a realizar actos fuera de la ley. Resulta claro que estamos ante un gobierno delincuencial e inescrupuloso, acostumbrado a actuar impunemente y al “no pasa nada”, “la gente siempre aguanta”, pero sucedió la gran sorpresa, “la gota derramó el vaso”, el gasolinazo fue el límite de tolerancia y el pueblo ha dicho “¡basta!” y al unísono el país entero sale a expresar su indignación. Estas movilizaciones tendrían que ser motivo de renuncia del Presidente. La corrupción y descomposición de Estado es profunda, la única forma de enderezar el barco es con la participación activa y organizada del pueblo. No hay partido que esté a la altura de esta voluntad social. Morena, pese a autocalificarse de izquierda, no incluye en su programa formas de intervención organizada del pueblo. Tampoco el EZLN, que trata de salir de su lucha regionalista con una candidatura indígena, pero sin tener un programa nacional de organización. ¿Qué sigue ahora? Es tiempo de promover intensamente la reflexión sobre cómo organizar la participación activa del pueblo en la construcción de su porvenir, de su historia. Convocar a la organización de un Consejo Nacional de Lucha, integrado por las organizaciones participantes en el movimiento, incluir sindicatos y organizaciones campesinas. Las movilizaciones son punto de partida y no pueden eternizarse, se necesita construir organizaciones locales, estatales, regionales y nacionales; de lo contrario, las urgencias de la vida pueden conducir a cierto retroceso. Los partidos no cumplen la función de organizadores de lucha, son aparatos electoreros, incluyendo a Morena, pero tiene su oportunidad. El autor es catedrático de la UPN campus Mexicali.

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