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Punto Norte

Su sola investidura lo hace uno de los hombres más poderosos de la tierra: Es el Papa, el Santo Padre, el Vicario de Cristo, el Jefe del Estado Vaticano, el Pontífice Romano, el Sumo Pontífice, el sucesor de San Pedro, Obispo de Roma; Arzobispo metropolitano de la provincia romana, primado de Italia y siervo de los siervos de Dios. Es Su Santidad, el soberano del Estado Vaticano, quien encarna los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; es la cabeza de la curia romana que gobierna la Iglesia católica. En el caso del Papa Francisco, el poder absoluto, las prerrogativas y títulos nobiliarios no han hecho mella en su sencillez. Parafraseando aquel clásico de don Daniel Cosío Villegas, su “estilo personal de gobernar” es muy distinto al de sus antecesores. Francisco tiene una concepción de la Iglesia muy distinta a la de Juan Pablo II y Benedicto XVI. En las formas, Francisco ha hecho gala de austeridad, rechazando el lujo y el oropel: Cambió el Palacio Pontificio por una celda en el convento de Santa María; sus vestiduras litúrgicas son sencillas, en lugar de los zapatos rojos bordados usa los de siempre, su anillo es de plata y no de oro, y su cruz, de metal. El día de su entronización escogió el nombre del pobrecillo de Asís, se asumió como pecador y le pidió a su Iglesia que rezara por él. En el fondo, su visión de la Iglesia también es diferente: Va al rescate evangélico, quiere una Iglesia abierta, que muestre amor a las mujeres, a los divorciados y a los gays: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, ha comentado. Desde el inicio de su pontificado se ha declarado a favor de los pobres, de la imagen de Jesucristo en la Tierra; defiende a los explotados, a los oprimidos y a los excluidos, “considerados sobrantes por una economía que mata”. En la encíclica “Alabado seas”, que es todo un tratado de ecología, da a conocer una nueva visión de la Iglesia sobre la creación, sobre el hombre y la naturaleza, el rescate del medio ambiente y su conexión con la pobreza. Con decisión ha enfrentado un proceso disciplinario dentro de la Iglesia, sumida en los escándalos financieros del Banco Vaticano y los casos de pederastia. Ha cortado cabezas y señalado como nadie los malos hábitos de la curia, cardenales y obispos, a quienes ha criticado por “su vanagloria, sentirse inmortales, inmunes e indispensables; por su esquizofrenia existencial y endurecimiento mental y espiritual; por su alzheimer espiritual; por chismosos, indiferentes ante el dolor de los demás, la acumulación de las riquezas, el provecho mundano, su exhibicionismo y por tener cara de funeral. En el fondo y en la forma, el estilo incluyente de gobernar la Iglesia de Francisco, y su predilección por los pobres y la pobreza, muy poco o nada tienen que ver con los estilos inquisidores y dogmáticos del carismático Karol Wojtyla y del “Rottweiler de Dios”, Joseph Ratzinger. Refilón: ¿Qué sorpresas tiene guardadas José Luis Ovando a los aspirantes a diputados por el PAN? Gustavo Sánchez: Esperará “la convocatoria de su partido para renunciar”. Alcibíades, cachanilla tenías que ser: A favor de las corridas de toros, la charrería, los gallos y demás tradiciones mexicanas. *El autor es columnista y periodista local, comentarista editorial.

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