El Consejo de la caricatura
“Voy a la entrevista con el Consejo de la Caricatura”, dijo con sorna un aspirante a Magistado la semana pasada. Si la caricatura es aquella obra que no alcanza a ser lo que pretende o un dibujo satírico en el cual se deforman los rasgos de una persona o cosa, el epiteto le queda como anillo al dedo a la figura jurídica impuesta en tiempos del zedillismo. Desde su creación fue objeto de críticas, unas fundadas, otras no, una bien intencionadas y otras perversas, pero es incuestionable que desde su aparición, y sobre todo en estos días, el funcionamiento del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial se encuentra en entredicho. En Baja California da más problemas que resultados, por eso desde hace más de una año la fracción parlamentaria del PAN presentó una iniciativa para borrarlo del presupuesto estatal. El proyecto para importar el Consejo de la Judicatura a México se remonta al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. En los últimos años de su Gobierno, el ex Mandatario negoció la creación de este organismo en Baja California, con el entonces gobernador Ernesto Ruffo Appel. Los enterados del tema comentan que esta figura jurídica se implantó en el país porque en Europa, principalmente en España, Francia e Italia, funciona bien hasta nuestros días. En los primeros años de la administración de Ernesto Zedillo, nació en el país el Consejo de la Judicatura Federal. A diferencia de Francia o España, su introducción a México causó tal irritación entre los juristas, que obligó al Gobierno a dejar claras las funciones de este organismo y los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al inicio de la administración del licenciado Héctor Terán Terán, llegó al Estado el Consejo de la Judicatura. Sin resolverse del todo el problema que este organismo causó en el Poder Judicial Federal, se adoptó en la entidad de manera extralógica (como decía el maestro Antonio Caso), se copió sin reflexionar en la bondad del proyecto, era más bien el saldo de una moda, de una negociación global de carácter político. El primer Consejo estuvo integrado por Óscar Valenzuela Ávila, Ricardo Rodríguez Jacobo, Arnoldo Castilla García y Antonio Bretón Mena. A los cuatro abogados les tocó sortear la tormenta inicial que provocó la implantación de este quiste, ya que no se tenían antecedentes en Baja California de su funcionamiento. La copia extralógica, no le pareció lógica a nadie, ya que es absurdo comparar la magnitud y complejidad del Poder Judicial Federal con el del Estado. Ese primer Consejo de la Judicatura funcionó tres años, engordando una burocracia que no aportó ningún beneficio a la administración de la justicia. Su primer presidente fue Óscar Valenzuela Ávila, el segundo Miguel Ángel Barud Martínez y el tercero Marco Antonio Carrillo Jiménez. Después vino el segundo Consejo, a partir del cual la caricatura empezó a tomar forma y fondo, mostrando sus grotescas facciones. Sus rasgos lo subrayaron los licenciados Sergio de la Rosa, Antonio Sánchez Zertuche, Leticia Baeza Siqueiros y la incorporación del entonces presidente del Tribunal Electoral, Braulio Gómez Verónica. Al absurdo legal se sumaron como integrantes del organismo un Magistrado y un Juez insaculados, resultando ganadores del sorteo los licenciados Félix Herrera Esquivel y Gilberto Cota Alanis. El magistrado “inamovible” Sergio Peñuelas Romo, presidió este segundo Consejo de la Judicatura. La época de Peñuelas Romo, fue aciaga para el Poder Judicial. Ahí nació la pugna entre los Magistrados de las salas civiles en contra de los de las salas penales, porque Peñuelas hizo causa común con los primeros, ya que tanto en los acuerdos de Pleno del Tribunal como en los del Consejo de la Judicatura, inclinó la balanza hacia los intereses de los civilistas. En ese tiempo el Consejo de la Judicatura se puso en la picota, ya que al Presidente del Tribunal le faltó capacidad de negociación para designar a los Jueces, lo que suscitó la turbulenta situación de los Jueces amparados, misma que se resolvió después de tres años, pagando grandes sumas por salarios caídos a quienes ganaron los amparos. El sucesor de Peñelas fue Raúl González Arias y, el choque entre éste y el consejero ensenadense Sánchez Zertuche no se hizo esperar. González Arias le declaró la guerra al Consejo que él mismo presidía, incluso pugnó por su desaparición apoyando la iniciativa que en ese sentido presentaron los Diputados del PAN en el Congreso. Además del presidente del Tribunal, Emilio Castellanos Lujan, el magistrado y juez insaculado, el actual Consejo de la Judicatura está integrado por cuatro integrantes producto de las negociaciones políticas entre el PRI, PAN y PRD en el Congreso del Estado. Su falta de experiencia dentro del Poder Judicial se refleja en la ligereza e improvisación con la que manejan el proceso de selección de los diez nuevos Magistrados que trae de cabeza al Poder Judicial. Los Consejeros y los Diputados están a punto de terminar de dibujar las facciones grotescas, deformes de la caricatura en que está a punto de convertirse el Poder Judicial. ¿Qué piensa Eugenio Elorduy? Esperemos que no confunda también la división de Poderes con el significado del Gobierno. Refilón: A propósito de la Ley de Alcoholes: Con Xicoténcatl Leyva Mortera manejaba los permisos de alcohol uno de sus incondicionales. ¿Quién los controla ahora? Madrugador: En la nueva administración de Eugenio Elorduy todo mundo entrará a las 08:00 horas y trabajará los sábados. * Catedrático de la UABC y Cetys.p
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