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Detectan ibuprofeno, paracetamol y sildenafil en ríos y arroyos, un tipo de contaminación silenciosa que expone fallas en el tratamiento de aguas y riesgos para los ecosistemas

Un estudio científico identificó la presencia de medicamentos de uso cotidiano en cursos de agua superficiales, un fenómeno vinculado al consumo humano y a deficiencias en los sistemas de saneamiento que amenaza la calidad del agua

Detectan ibuprofeno, paracetamol y sildenafil en ríos y arroyos, un tipo de contaminación silenciosa que expone fallas en el tratamiento de aguas y riesgos para los ecosistemas

ARGENTINA.- Un estudio científico reciente confirmó la presencia de fármacos como ibuprofeno, paracetamol, carbamazepina y sildenafil en ríos y arroyos, evidenciando una forma de contaminación emergente asociada al consumo masivo de medicamentos y a las limitaciones de los sistemas de tratamiento de aguas residuales, de acuerdo con información publicada por El Litoral.

El estudio y dónde se realizó

La investigación fue desarrollada por especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), y se llevó a cabo en cuencas que desembocan en el Río de la Plata, en territorio argentino.

El equipo analizó muestras de agua superficial de distintos ríos y arroyos, incluyendo los ríos Luján, Reconquista y Matanza-Riachuelo, así como los arroyos Del Gato, Maldonado y El Pescado, que atraviesan zonas con distintos niveles de urbanización.

Estudios científicos advierten que residuos de medicamentos de uso cotidiano pueden permanecer en ríos y arroyos, incluso después de los procesos convencionales de tratamiento de aguas

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Qué sustancias se encontraron en el agua

Los resultados del estudio, publicado en la revista científica Environmental Toxicology and Chemistry, muestran que la presencia de fármacos aumenta conforme crece la densidad poblacional y el grado de urbanización de las cuencas.

Entre los compuestos detectados se encuentran:

  • Carbamazepina, utilizada para tratar epilepsia
  • Paracetamol e ibuprofeno, analgésicos de uso extendido
  • Atenolol, empleado en tratamientos cardiovasculares
  • Sildenafil, utilizado para disfunción eréctil

En zonas rurales se detectaron, en promedio, dos o tres fármacos, mientras que en áreas urbanizadas se hallaron prácticamente todos los medicamentos analizados.

Patrones de consumo y estacionalidad

El estudio también identificó variaciones estacionales en la presencia de ciertos fármacos. Por ejemplo, el sildenafil presentó concentraciones más altas durante el verano, mientras que medicamentos asociados a afecciones respiratorias fueron más frecuentes en invierno.

Estos patrones reflejan hábitos de consumo humano que, tras la excreción o el descarte inadecuado, terminan impactando en los cuerpos de agua.

Por qué los fármacos llegan a ríos y arroyos

Los investigadores vinculan la contaminación con deficiencias en la infraestructura cloacal, descargas de plantas de tratamiento, pozos ciegos, conexiones clandestinas y rellenos sanitarios con impermeabilización insuficiente.

Incluso en zonas sin redes formales de saneamiento, la presencia de fármacos fue significativa, lo que indica que muchos de estos compuestos logran filtrarse a las napas subterráneas y, posteriormente, a cursos de agua superficiales.

Especialistas señalan que la contaminación farmacéutica es un fenómeno silencioso que puede afectar ecosistemas acuáticos y la calidad del agua a largo plazo.

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Un problema ambiental emergente

Los especialistas advierten que muchos fármacos no se degradan fácilmente y pueden afectar a organismos acuáticos, alterar ecosistemas y, a largo plazo, comprometer la calidad del agua utilizada para distintos fines.

La contaminación por medicamentos es una preocupación creciente a nivel global y plantea la necesidad de mejorar las tecnologías de tratamiento de aguas y de reforzar políticas públicas orientadas a la protección de los recursos hídricos.

De acuerdo con El Litoral, el estudio subraya que lo que se consume y se descarta no desaparece, sino que permanece en el ambiente, convirtiéndose en un desafío cada vez más relevante para las ciudades y sus ecosistemas.

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