La máquina “para desaparecer personas” de Donald Trump; deporta migrantes a países terceros y luego no hay noticias de su paradero
Deportar migrantes a países terceros es parte de una política migratoria que ha cobrado fuerza desde que Donald Trump volvió a la presidencia.

ESTADOS UNIDOS.— En mayo, el gobierno de Estados Unidos trasladó en avión a ocho migrantes a Yibuti, un pequeño país en el Cuerno de África. Los hombres, originarios de Cuba, Laos, México, Myanmar, Vietnam y Sudán del Sur, habían sido condenados por delitos graves y estaban bajo custodia estadounidense.
Según un reportaje de The New York Times, durante varias semanas, fueron retenidos en un contenedor de carga acondicionado como celda dentro de una base militar.
Más de un mes después, la Corte Suprema autorizó su traslado final a Sudán del Sur, un país marcado por conflictos armados y crisis alimentaria.
Tras la liberación, Tom Homan, funcionario estadounidense, declaró:
En lo que a nosotros respecta, son libres”.
No se dio más información sobre su paradero o estado.
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¿Por qué Estados Unidos deporta a migrantes a terceros países?
Esta acción forma parte de una política migratoria que ha cobrado fuerza desde que Donald Trump volvió a la presidencia.
Se ha buscado deportar a migrantes no necesariamente a sus países de origen, sino a naciones con las que el gobierno ha negociado acuerdos.
De acuerdo con el reportaje de The New York Times, la práctica se ha extendido a lugares como Costa Rica, El Salvador, México, Panamá, Esuatini (antes Suazilandia) y Sudán del Sur. En muchos casos, los países de origen de los deportados rechazan recibirlos, lo que impulsa al gobierno de EEUU a buscar destinos alternos.
¿Cómo funciona esta estrategia con otros países?
El gobierno de Trump presionó a distintos países para aceptar deportados a cambio de incentivos económicos, comerciales o diplomáticos. Por ejemplo:
- Cinco hombres fueron enviados a Esuatini después de que sus países se negaron a recibirlos.
- Durante una cumbre africana, Trump pidió a líderes que admitieran deportados a cambio de mejorar relaciones comerciales.
- Italia firmó en 2023 un acuerdo con Albania para enviar a ciertos migrantes a centros de detención en ese país.
- La Unión Europea propuso abrir “centros de retorno” en terceros países para solicitantes de asilo rechazados.
Aunque algunos de estos acuerdos han sido cuestionados por cortes nacionales, otros continúan vigentes.

¿Qué riesgos implica esta política?
Expertos y defensores de derechos humanos advierten que estas deportaciones violan tratados internacionales que prohíben trasladar a personas a lugares donde su vida o libertad corran peligro. Muchos de los países receptores enfrentan conflictos internos, altos niveles de violencia o gobiernos autoritarios.
En El Salvador, por ejemplo, algunos deportados han sido encarcelados sin garantías, mientras que otros, vinculados a pandillas, han sido señalados como piezas clave para entender posibles nexos entre las maras y el gobierno de ese país.
¿Qué buscan los países que aceptan deportados?
Los gobiernos de países receptores suelen acceder a estos acuerdos por razones económicas o políticas. A cambio, reciben ayuda para el desarrollo, apoyo militar o respaldo diplomático. Esta situación ha generado preocupación porque convierte a los migrantes en objetos de negociación.
Algunos analistas consideran que esto refuerza regímenes autoritarios, al permitir que gobiernos con antecedentes de violaciones a derechos humanos obtengan beneficios a cambio de aceptar personas deportadas.
¿Qué antecedentes tiene esta práctica en otros países?
Otros gobiernos también han implementado políticas similares:
- En los años 90, George H. W. Bush y Bill Clinton enviaron a miles de haitianos a Guantánamo antes de repatriarlos.
- Australia trasladó migrantes a Nauru y Papúa Nueva Guinea en la llamada “Solución del Pacífico”.
- La Unión Europea pagó a Turquía 6 mil millones de euros para que recibiera a migrantes que cruzaban ilegalmente hacia Grecia.
- Reino Unido intentó deportar a Ruanda a migrantes irregulares, pero su Corte Suprema declaró ilegal esa medida.
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¿Qué consecuencias puede tener esta estrategia?
Además de las implicaciones legales y éticas, esta política puede afectar las relaciones internacionales a largo plazo. Los países ricos, al presionar a los más débiles, podrían establecer un precedente en el que los derechos de los migrantes queden en segundo plano frente a intereses diplomáticos.
El uso de personas vulnerables como moneda de cambio también puede dañar la reputación de las democracias que han firmado convenios internacionales para proteger los derechos humanos.

¿Cuál es el impacto para los migrantes?
Las personas deportadas a países lejanos, donde no tienen vínculos ni redes de apoyo, enfrentan riesgos graves: violencia, discriminación, pobreza y abuso. Muchos de ellos huyen de conflictos o persecuciones y, en lugar de encontrar protección, son enviados a entornos igual o más peligrosos.
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En palabras del reportaje de The New York Times, “el presidente busca reescribir las reglas del sistema” para utilizar a los migrantes como herramientas en acuerdos globales. Esta visión transforma a personas desplazadas en piezas de una estrategia política, dejando de lado sus derechos y necesidades más básicas.
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