“Ser jefe es un castigo”: jóvenes japoneses y de Occidente huyen de los ascensos
En Japón y otras partes del mundo, los jóvenes prefieren evitar los puestos de mando y vivir sin la carga de ser líderes.

Ser jefe ya no es un sueño: es una pesadilla
Japón. — En Japón, el rechazo a los puestos de liderazgo se ha vuelto una tendencia generalizada. Lejos de ser un reconocimiento al esfuerzo profesional, los ascensos son vistos por muchos empleados como una condena laboral: más carga, más presión, y apenas una mejora salarial. Según el diario Asahi Shimbun, en lugar de motivación, el nombramiento como gerente evoca temor y rechazo. “¿Ser gerente? Gracias, pero no”, es una frase que se escucha cada vez más en las oficinas niponas.
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Desde el estallido de la burbuja económica en los 90, las empresas han simplificado sus estructuras internas. Eso se ha traducido en menos niveles jerárquicos, pero también en una mayor concentración de tareas en quienes sí aceptan un cargo directivo. Hay gerentes que llegan a tener más de 20 subordinados a su cargo, y deben encargarse de evaluaciones, quejas, conflictos, metas y hasta cumplimiento legal. La reforma laboral y las nuevas leyes contra el acoso han hecho que hasta los comentarios casuales sean un riesgo, según 서울경제 o en español, el Diario Económico de Seúl.
“No quiero liderar, quiero vivir”
El fenómeno no es exclusivo de Japón. En Corea del Sur y varios países occidentales, los jóvenes de la Generación Z también están evitando los ascensos. Una encuesta citada por el Financial Times reveló que el 70 % de los trabajadores jóvenes consideran los cargos directivos como “estresantes y poco gratificantes”, y el 50 % directamente los rechazan.

Este cambio de paradigma está marcado por la experiencia familiar: muchos jóvenes crecieron viendo a sus padres sobrecargados, agotados o despedidos en plena crisis económica. Hoy priorizan la autonomía, la estabilidad emocional y el equilibrio entre vida personal y laboral, por encima del prestigio corporativo.
¿Y si no todos quieren mandar?
Expertos en recursos humanos en Japón proponen algunas soluciones, como capacitar también a los subordinados, fomentar liderazgos más colaborativos o identificar talentos jóvenes de forma temprana. Pero el trasfondo sigue siendo cultural: si no se redefine el valor del liderazgo y no se ajustan las condiciones laborales, difícilmente cambiará la percepción de que ser jefe es, más que una meta, un martirio.
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Incluso figuras como la escritora Kaho Ishida, autora de la novela Mr. Team Leader, afirman abiertamente que nunca han querido ser gerentes. “Quiero ser toda mi vida un ‘profesional junior’. Desde afuera, ese puesto parece realmente difícil”, dice.
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