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Semana Santa: ¿Por qué se recomienda no bañarse en Viernes Santo pero sí en Sábado de Gloria?

Durante el Viernes Santo se recuerda el último día de vida de Jesús.

Harvard sugiere que ducharse varias veces por semana es suficiente para la mayoría de las personas, siempre y cuando no estén particularmente sucias o sudorosas.

CIUDAD DE MÉXICO.- La Semana Santa, época de recogimiento y reflexión para los cristianos, también alberga un conjunto de creencias populares que mezclan tradición, fe y superstición.

Ante ello, este Viernes Santo trae consigo una creencia que se basa en la idea de mantener la pureza durante la Semana Santa.

¿Por qué se recomienda no bañarse en Viernes Santo pero sí en Sábado de Gloria?

Dentro de las creencias que envuelven a la Semana Santa, destaca la idea que afirma que el Viernes Santo es mejor no bañarse, ya que el agua que cae es impura, pues, siguiendo con la conmemoración de la muerte y resurrección de cristo, en este día Jesús ya ha muerto y por ende, no hay quien bendiga el líquido vital.

De tal manera que, aunque muchos suelen irse de vacaciones en esta temporada, el hecho de nadar o solo bañarse en esta fecha, durante la Edad Media era visto como algo peligroso, ya que se corría el riesgo de convertirse en sirena o en pescado, según apunta Business Insider.

En cambio, ya que en la antigüedad el agua se utilizaba como símbolo de festejo en celebraciones, el Sábado de Gloria es permitido tomar un baño, ya que con esto se “glorifica” la la redención definitiva de la humanidad.

¿Cuál es el origen y significado del Viernes Santo?

De acuerdo con el portal religioso Desde la Fe, en el Viernes Santo se recuerda el último día de vida de Jesús, quien fue condenado por Poncio Pilato a la sentencia máxima de morir en la cruz ese mismo día, no sin antes llevarla cargando hasta el Monte Calvario.

En su camino, mientras cargaba su cruz fue azotado cientos de veces portando una corona de espinas y un manto púrpura a manera de burla mientras los soldados lo llamaban “Rey de los Judíos”.

Al llegar al Monte Calvario, se realizó la crucifixión de Jesús junto a dos ladrones, arriba de la cruz, en su agonía pronunció sus últimas siete palabras y murió a las tres de la tarde.

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