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Cocinarlos y comerlos en TAMAL: el castigo prehispánico a VIOLADORES de mujeres

Convirtiéndose en el platillo emblemático de la cultura huasteca y en un orgullo de la gastronomía mexicana, el tamal gigante engloba una historia poco conocida donde la justicia se ejercía a través de las mismas víctimas. 

CIUDAD DE MÉXICO.- La justicia tradicional se queda corta ante la forma de castigar a los violadores en la época prehispánica. El abuso sexual contra las mujeres no era condenado con años de prisión, pues en su lugar, se comían al violador en un tamal gigante llamado: “Zacahuil”.

Convirtiéndose en el platillo emblemático de la cultura huasteca y en un orgullo de la gastronomía mexicana, el tamal gigante engloba una historia poco conocida donde la justicia se ejercía a través de las mismas víctimas.

Los relatos de la época prehispánica han sido transmitidos por cronistas, informando a cada generación de lo acontecido. En 1468, un hombre de edad avanzada enviado por Moctezuma a recaudar tributo en algunos pueblos, aprovechó su poder para abusar de jóvenes vírgenes.

El pueblo huasteco se enteró de lo acontecido, por lo que decidieron matarlo y despellejarlo para utilizar su carne en un enorme tamal, mismo que fue alimento de las víctimas en una ceremonia.

Durante el proceso gastronómico, envolvieron el cuerpo con masa enchilada, moliéndola en metate y cubriéndola con hojas de planta de plátano. Posteriormente, lo metieron en un hoyo enorme bajo tierra, llenándolo de piedras cubierto por brasas, de acuerdo al historiador Francisco Ramos Alcocer, quien señala que es una historia que no ha sido comprobada, definiéndola como un 'mito'.

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Según Milenio, al estar listo el tamal, era repartido entre las mujeres que fueron abusadas, quienes se alimentaron al grito de “tlanque cualantli”, frase que en huasteco significa “se acabo el problema”, librándose de las acciones del violador de una manera simbólica.

Cambiaron la carne humana por la de animales

Con el paso de los años, rituales y creencias, el sacrificio se repetiría con los prisioneros de guerra hasta convertirse en una tradición para los huastecos. Dicha ceremonia se frenaría con la llegada de los españoles, quienes solicitaron cambiar la carne humana por la de animales, al horrorizarse por los actos de canibalismo.

El tamal comenzó a prepararse con pollo, res y cerdo, agregándole varios condimentos que al combinarse, el “zacahuil” se convirtió en una muestra gastronómica irresistible para cualquier paladar.

Historiadores detallan que aunque el platillo no nació para ser comercializado, sino como una muestra sanguinaria de venganza, el zacahuil reflejó su importancia en la economía sobre todo en el estado de Veracruz y en Tamaulipas.

La mística que rodea la historia de este tamal es tan grande que se volvió en una pieza clave para la época prehispánica. Actualmente, se sirven en bautizos, primeras comuniones, bodas, cumpleaños y en cualquier festividad donde se busque una degustación deliciosa, pero también tradicional.

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