Agentes fronterizos reciben hasta 7 mil 500 dólares por cada migrante; Donald Trump los está presionando para “cazar” y entregar a más, aunque no sea legal su detención
La presión por cumplir metas ha provocado que agentes arresten a personas sin antecedentes, beneficiarios de DACA, migrantes con visa vigente e incluso ciudadanos estadounidenses.
ESTADOS UNIDOS.— Desde la aprobación del nuevo paquete fiscal firmado por el presidente Donald Trump el 4 de julio, el gobierno de Estados Unidos destinó 170 mil millones de dólares exclusivamente a seguridad fronteriza y control migratorio. De ese total, 75 mil millones fueron asignados a ICE, convirtiéndola en la agencia de aplicación de la ley con más recursos federales.
Según reportó El Universal, el objetivo declarado por las autoridades es “identificar, arrestar y expulsar a extranjeros criminales”, según Todd Lyons, director interino de ICE.
Sin embargo, la operación va más allá: el arresto dejó de ser una consecuencia jurídica y se convirtió en un indicador de productividad interna.
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¿Qué incentivos reciben los agentes por cada detención?
Filtraciones internas revelaron que los agentes de migración, principalmente de ICE y CBP, reciben bonos mensuales por volumen de detenciones.
Estos pagos van desde mil 500 hasta 7 mil 500 dólares, dependiendo de la región, la peligrosidad del operativo o si participaron en redadas nocturnas o zonas especiales.
En paralelo, los sueldos base de estos agentes son altos: entre 8 mil y 12 mil dólares mensuales al comenzar, con posibilidades de alcanzar hasta 19 mil 500 dólares si se cumplen metas.
Si colaboran con otras agencias como el FBI o la DEA, pueden recibir bonos de 3 mil a 6 mil dólares adicionales por cada caso cerrado.
Todo este esquema de recompensas no está sujeto a supervisión pública. Una disposición transitoria del paquete fiscal permite entregar los bonos mediante “instrumentos discrecionales” bajo control del fiscal general y el secretario de Seguridad Nacional.
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¿Qué consecuencias ha traído este sistema de recompensas?
La presión por cumplir metas ha provocado que agentes arresten a personas sin antecedentes, beneficiarios de DACA, migrantes con visa vigente e incluso ciudadanos estadounidenses.
Hay días en los que nos dicen ‘hoy toca arrestar, no preguntar’. Luego vemos si tiene visa o no. Lo que cuenta es llegar a la cifra”, declaró a El Universal un agente activo de CBP bajo anonimato.
Según sindicatos y documentos filtrados, las bonificaciones más altas, de hasta 6 mil dólares, se otorgan cuando las detenciones ocurren en espacios protegidos como hospitales, universidades, templos o tribunales, lo que genera fuertes cuestionamientos legales y éticos.
¿Qué efectos tiene sobre los derechos humanos y la legalidad?
Organizaciones como Democracy Forward, RAICES e Immigrant ARC han presentado demandas colectivas entre mayo y julio. Las denuncias se enfocan en la falta de garantías individuales, la violación al debido proceso y la implementación de políticas sin consulta pública, lo que podría contravenir principios constitucionales como la presunción de inocencia y el respeto a la privacidad.
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Emma Montoya, investigadora del Instituto de Derechos Humanos de Oxford, explica:
La frontera es ahora una fábrica. Cada migrante detenido es una unidad que justifica financiamiento. Es el modelo de economía punitiva, perfeccionado”.
¿Cómo afecta esto a los propios agentes?
El mismo sistema que impulsa las detenciones también está provocando desgaste entre los agentes. Según testimonios, muchos enfrentan presiones psicológicas al ser evaluados diariamente, comparados con sus compañeros y obligados a priorizar la cantidad de arrestos por encima de la legalidad.
Al principio pensaba que estaba defendiendo la ley. Ahora solo me preocupa no quedarme atrás”, confesó un agente fronterizo.
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¿Qué está en juego?
Más allá del presupuesto o los arrestos, lo que se pone en juego es el respeto a las garantías legales básicas dentro del sistema migratorio estadounidense.
La implementación de metas y recompensas por detención convierte a los migrantes en cifras y a los agentes en operadores de rendimiento.
Los litigios en curso podrían obligar a revisar el modelo actual. Mientras tanto, la frontera sigue funcionando como una máquina de captura con pagos por resultado. La presión recae tanto en quienes cruzan, como en quienes los detienen.