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Falta de políticas menstruales dignas limita derechos de mujeres y personas menstruantes, según informe

Dolores intensos, automedicación para cumplir con la jornada, miedo a pedir permiso y la vergüenza de hablar del tema siguen siendo parte de la cotidianidad para muchas trabajadoras.

Falta de políticas menstruales dignas limita derechos de mujeres y personas menstruantes, según informe

Ciudad de México.- En pleno siglo XXI, millones de mujeres y personas menstruantes en México y América Latina aún enfrentan barreras para vivir su menstruación con dignidad.

Desde ocultar una toalla sanitaria en el trabajo hasta soportar cólicos incapacitantes sin apoyo médico, la falta de acceso, comprensión y políticas adecuadas convierte un proceso biológico en un obstáculo para el ejercicio pleno de derechos como la educación, el empleo y la salud.

De acuerdo con el informe La lucha contra la pobreza menstrual: un vistazo a América Latina, del Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales, persisten los tabúes, la desinformación y la falta de infraestructura básica —como agua potable, baños adecuados y acceso a productos de gestión menstrual— que afectan la participación diaria de quienes menstrúan en la escuela y el trabajo durante al menos 40 años de su vida reproductiva.

“No se habla de esto en muchas familias ni en las empresas, porque aún se cree que la menstruación es un tema privado y no laboral, cuando pasamos gran parte de nuestra vida en el trabajo”, señala Paola Rubio, directora ejecutiva de Mujeres Trabajando.

El entorno laboral y la desigualdad menstrual

Dolores intensos, automedicación para cumplir con la jornada, miedo a pedir permiso y la vergüenza de hablar del tema siguen siendo parte de la cotidianidad para muchas trabajadoras.

Para Anahí Rodríguez, cofundadora de la colectiva Menstruación Digna, esto se traduce en inequidad: “No puede ser un obstáculo para acceder a derechos. El Estado tiene la obligación de garantizar condiciones dignas”.

Actualmente, 22 estados del país cuentan con algún tipo de legislación sobre menstruación, aunque muchas de ellas son limitadas o aplican sólo al personal gubernamental.

Las licencias menstruales, por ejemplo, sólo existen en algunas entidades y, en la mayoría de los casos, requieren un diagnóstico médico que puede tardar hasta un año en obtenerse.

“Una de cada tres personas menstruantes sufre síntomas incapacitantes, pero solo cuatro de cada 100 acuden al médico”, detalla Rodríguez.

Además del acceso a licencias, existe temor a represalias laborales, a ser vistas como personas débiles o menos productivas, lo cual perpetúa la discriminación y limita el ascenso laboral.

Concientización, clave para avanzar

Ambas expertas coinciden en que la legislación debe ir acompañada de campañas de sensibilización dentro de las organizaciones: desde áreas de recursos humanos hasta jefes directos y compañeros de trabajo.

“La menstruación no es un privilegio ni una debilidad: es una realidad biológica que debe gestionarse con dignidad. Si no hay una visión con enfoque de género, las empresas podrían optar por contratar a más hombres que mujeres”, advierte Paola Rubio.

Algunas empresas ya están adoptando políticas voluntarias que incluyen baños adecuados (con agua, jabón, papel higiénico, recipientes para desechar productos y espacio para lavar copas menstruales), salas de descanso menstrual con sillones, mantas y almohadillas térmicas, así como días de trabajo remoto en caso de malestar.

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Hacia espacios laborales menstrualmente amigables

Rubio llama a las empresas a implementar políticas laborales con enfoque de género, que incluyan la posibilidad de licencias menstruales como parte de los días de bienestar o salud.

También recomienda visibilizar el tema durante fechas clave como el 28 de mayo, Día de la Higiene Menstrual, y aprovecharlas para iniciar conversaciones internas.

“La equidad no significa dar lo mismo a todas las personas, sino lo que cada quien necesita para estar en igualdad de condiciones. Visibilizar la menstruación en el ámbito laboral es un tema de derechos humanos”, concluye.

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