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El Imparcial / Mexicali / Abandono

Mujeres de Cereso abandonadas por sus familias

Por si fuera poco superar el pasado que arrastra una mujer condenada, la carga se multiplica al hacerlo en soledad, una realidad que enfrenta la mayoría de las internas del Cereso de Mexicali.



De las 200 mujeres que cumplen su condena en el Cereso, el 80% lo hace en el abandono familiar, reveló el presidente de Asociación Fuerzas Especiales de Jesucristo, Gabriel Pérez Durán, en un evento de apoyo a las internas.



LIMPIA VIDRIOS



A sus 36 años Dayra limpiaba vidrios fuera de una tienda de autoservicio en la colonia Santa Cecilia, un día, un hombre la amenazó a punta de pistola, obligándola a asesinar a la cajera de la tienda, esa es su versión.



Posteriormente, las autoridades concluyeron que Dayra había sido contratada por el autor intelectual del crimen, quien era el esposo de la hoy occisa, dicho sujeto también cumple una condena por 20 años. Dayra Yudith Portillo, tiene seis años tras las rejas, su sentencia es de 13 años y diez meses, en seis meses cumple la mitad y abogará para obtener la libertad condicional.



“Estoy aquí por homicidio calificado, en el 2012 maté a una muchacha en la carretera San Felipe en Granja Santa Cecilia, el esposo de ella me mandó, no lo conocía yo, pero en ese momento, me dio un balazo en los pies, así que lo hice”, confió.



“Doy gracias a Dios de estar aquí, porque afuera llevaba una vida de drogas y prostitución, no tenía una calidad de vida, a veces vivía en la calle, mi mamá siempre me ayudó pero yo me fui de la casa”, declaró con un semblante cuerdo y centrado.



La señora Dayra ingresó con una fuerte adicción a las drogas, con apenas la Primaria terminada, hoy en día se dice transformada, se encuentra estudiando la Preparatoria. Comentó que se involucra en todas las actividades como la danza, además, tiene el proyecto de poner en Ensenada una tienda de artesanías, entre ellas, atrapa sueños, aretes y collares.



A SEIS MESES DE LA LIBERTAD



La joven Georgina Mayrani Díaz Mina de 21 años, está a seis meses de obtener la libertad, sin embargo, su salida es incierta, ya que en toda su estancia nadie la ha ido a visitar, por lo que no sabe cómo la recibirán.



Para subsistir sin el apoyo financiero de la familia, Georgina hace y vende collares tejidos que le dan para comprar artículos personales, cada collar cuesta hasta 60 pesos y dura un día haciéndolo. “Me ayuda mucho porque no dependo de alguien más, estoy a gusto, tengo un año aquí, tengo terapias, voy a la iglesia, al AA, a clases en valores”, compartió la interna.



“Venía por robo con violencia y privación ilegal de la libertad, gracias a Dios; me querían dar doce años pero me quitaron la privación, ya sólo me faltan seis meses”, explicó. En su pasado era usuaria de drogas, su necesidad la llevó a delinquir, vivía en la calle y no tiene hijos. Proviene de una familia desintegrada, con esta lección pretende encontrar un trabajo y ayudar a su hermana.


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