Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Mexicali / Orgullo cachanilla

Don Isidro cuida del parque y su comunidad

Sin recibir paga y poniendo hasta de su propio bolsillo, un hombre está decidido a preservar un pulmón de su comunidad en medio de un llano desierto. 

MEXICALI, Baja California.- Don Isidro sale desde las cuatro de la mañana para ganarle al sol. Con un machete, una pala, carretilla y desbrozadora, dedica casi veinte horas a la semana para darle mantenimiento a un pequeño parque frente a su casa.



Parece una labor sencilla, pero en realidad es un destello en la oscuridad. Es el único de los tres parques públicos en el fraccionamiento Villas de Alarcón, al poniente de Mexicali, que no se encuentran en total abandono.



Los otros dos parques son un páramo desértico en los cuales se erigen algunos esqueletos metálicos que alguna vez fueron columpios, resbaladeras o sitios de juegos para niños. Ahora solo acumulan basura y algunos árboles muertos.

“Esa es mi firma, darle vuelta a los mezquites, mire”, explica don Isidro sobre el peculiar trenzado en más de una veintena de mezquites jóvenes y frondosos que se encuentran en el parque sobre la avenida Pastrana, entre la calle Cerezal y Escalona.



Esta zona de Mexicali presenta altos índices de marginación. Fraccionamientos construidos hace no más de una década que ahora se encuentran en abandono, con casas invadidas o desvalijadas, carcomidas poco a poco por la delincuencia y la necesidad.



Hace apenas un mes, muy cerca de este parque, un niño murió electrocutado en una cerca perimetral electrificada en un predio concesionado que incumplía con las normas de seguridad establecidas. El niño, de 12 años, había salido a buscar un cachorro que había salido de su casa.



Esta herida aún cala en esta comunidad. Ahora la empresa, que fue recientemente clausurada por el Ayuntamiento de Mexicali, colocó un cerco de malla previo a la cerca electrificada que se encuentra a nivel de piso.



José Alberto, de 10 años, tiene las mejillas rojas de estar bajo el sol. Empuja una carreta de allá para acá con las ramas que don Isidro cortó de unos mezquites y unos guamúchiles. Aprovechó el día de asueto por el Día del Maestro para ayudarle.

El Imparcial: imagen de artículo



También su hermana se unió al trabajo. Estefany, de 7 años de edad, recoge algunas basuras y ramas. Sonríe, se lleva las manos a la cintura y echa un vistazo a cómo va quedando el parque que visita casi todas las tardes.



Este pequeño oasis se ha mantenido con vida gracias al trabajo de don Isidro y algunos vecinos, todo de manera completamente voluntaria. “Muchos me dicen que de seguro me pagan, pero solo Dios sabe que no es así”, dice.



A los niños que le ayudan les compra un refresco, unas botanas y ahora en verano suele comprarles “hielitos”. Este miércoles no pudo acompletar para pagarles, pero espera que a la siguiente por lo menos tenga para una soda.

Pasan muchos candidatos por acá, pero nos dicen que si ellos quedan nos van a ayudar, pero pues uno no puede andar esperando ni viviendo de las promesas, yo hago todo esto por mi comunidad, por tener un espacio bonito, mire, qué bonita sombra dan los árboles”, señala.

Don Isidro requiere ayuda para recoger la basura que se genera del parque, pintura o herramientas de jardinería, como una podadora, para hacer sus labores más ágiles y poder estar menos tiempo bajo el sol.

El Imparcial: imagen de artículo



Junto con el apoyo de algunos vecinos, sin recibir paga y poniendo hasta de su propio bolsillo, don Isidro está decidido a preservar este pulmón de su comunidad en medio de un llano desierto.



Si deseas apoyarlo, puedes comunicarte con él al teléfono 6861 243173.

En esta nota