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Cartolandia

En mi primeras llegada a esta ciudad de Mexicali era yo un imberbe adolescente de unos 13 años. Nos hospedamos mi tío Teófilo y yo en una casa de Pueblo Nuevo, esquina de avenida Michoacán y séptima; su propietaria era “Doña Juanita”.

En mi primeras llegada a esta ciudad de Mexicali era yo un imberbe adolescente de unos 13 años. Nos hospedamos mi tío Teófilo y yo en una casa de Pueblo Nuevo, esquina de avenida Michoacán y séptima; su propietaria era “Doña Juanita”. Era una tortillería y la señora albergaba en su patio a varios “mojados” llegados del sur cuyo fin último era pasar a California. Mi tío ya sabía este dato y por tal motivo llegamos a casa de la señora Juanita. Debo abrir un paréntesis: (Cuatro cinco años después regresé a Mexicali ya para quedarme)

Enorme impresión me causó lo que en aquellos años la gente le llamaba “Cartolandia”. Al pasar del centro de Mexicali hacia Pueblo Nuevo, lo hicimos por un puente de madera (el puente “Colorado” le decían), y desde su trayecto o recorrido para atravesar lo que era el “Río Nuevo” en los márgenes se podían apreciar quizás unas cien o más casas improvisadas donde las familias que llegaban a Mexicali se construían su casa de cartón y madera por lo regular en situación muy precaria. La pestilencia del río era verdaderamente insoportable. Así vivían aquellas familias y así continuaban su permanencia en los márgenes horrendos, malolientes, hasta que un día todo cambió. Ya constituido este territorio como el Estado 29 con la primera gubernatura de Braulio Maldonado, priista sin lugar a dudas, miembro activo del neoliberalismo tan odiado por Obrador y sus aplaudidores. Con Braulio y como presidente municipal Rodolfo Escamilla abrieron, lotificaron parcelas agrícolas en la zona oeste de Mexicali, después de la calle 11, y así se formó lo que es hoy la colonia Baja California. Cientos de lotes se repartieron en el área para todas las personas que vivían en el río. No si no le digo, estos priistas “malvados y corruptos” realizando obras de esta envergadura, de esta trascendencia. Estos neoliberales hoy venidos a menos en la perspectiva de Morena y sus incondicionales, estos priistas no merecen reconocimiento alguno antes bien, deben ser aniquilados por la nueva perspectiva de comunicadores y morenistas. Al margen de este sarcasmo mío, naturalmente que es sin duda reconocible, apreciable que Obrador se lance contra la corrupción y su afán por evitar el dispendio en su gobierno. Hoy, sin embargo, con Morena en el poder yo escucho frecuentemente que los priistas no deben volver al poder. Yo afortunadamente soy alérgico a pertenecer a algún partido político. Mas siempre he tenido muy presente en el trayecto de mi extendía aquello que reza: Obras son amores y no turbias razones. Es decir, no palabrería. En México los neoliberales e incluso conservadores han sembrado en el país obras, obras visibles, tangibles no solo insultos y permanente ataque al pasado. Ya sabe usted a qué me refiero.

Aquella colonia de “La Baja”, permaneció por algunos años con sus calles de tierra y la contaminación que el tráfico dejaba: autos, taxis y camiones era insoportable. Ah pero una vez más, los malvados priistas pavimentaron toda la colonia. Su pavimentación completa duró un año. Dije completa, no sólo una callecita.

En Mexicali nuevos fraccionamientos han crecido hacia el sur, este y oeste. Sus calles de tierra se multiplican. No sé en este momento si la publicidad que Marina del Pilar despliega, de hecho abrumadora, responda no solo a una callecita o vialidad si no a pavimentar nuevas colonias completas y naturalmente, sin tanto ruido, a fin de que su administración se parezca un tanto a las del PRI, con todo respecto al PRI. Debo reiterar: Obras son amores y no solo buenas razones.

*- El autor es artista plástico.

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