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Valor y creación de riqueza

El concepto de creación de riqueza, e incluso el de la riqueza en sí, es habitualmente objeto de grandes equívocos, por lo que es importante aclarar a qué nos referimos exactamente cuando decimos que una determinada actividad “crea riqueza”. 

Crear riqueza es aumentar el valor de lo que hay.

El concepto de creación de riqueza, e incluso el de la riqueza en sí, es habitualmente objeto de grandes equívocos, por lo que es importante aclarar a qué nos referimos exactamente cuando decimos que una determinada actividad “crea riqueza”.

La riqueza creada, como objeto de creación, está contenida y representada en el bien o servicio creado. Tanto es riqueza la producción de algo, como el material, la energía, o el tiempo y el esfuerzo humano que se utilizan en su fabricación.

Para saber si una actividad humana está creando riqueza tenemos que entender que el producto o servicio final obtenido (riqueza B), debe de tener más valor que el conjunto de elementos que se consumieron en su creación (riqueza A). En el caso de la espada hecha por un herrero, ésta ha de tener más valor que la suma del carbón, el hierro, el tiempo y demás insumos utilizados.

Un proceso en el que la riqueza B sea mayor que la riqueza A creará riqueza, pero si la riqueza B es menor que la riqueza A no se creará riqueza, sino que se destruirá riqueza; y el proceso será irreversible. La espada no podrá volver a convertirse en carbón y hierro, ni el tiempo invertido por el herrero podrá recuperarse.

¿Existe algún indicador fiable de que haya creación o destrucción de riqueza? En realidad existe un único indicador válido en ese sentido: el beneficio empresarial.

El beneficio empresarial nos indica si el proceso de producción tiene un valor neto positivo o negativo en términos de creación de riqueza, ya que nos indicará si la sociedad valora más la nueva riqueza creada que la consumida en su proceso de fabricación.

Es el mercado, cuando es libre, el que, al establecer el valor relativo de todos los bienes, los utilizados y los obtenidos, tiene la última palabra en cuanto a si dicho proceso ha sido creador o destructor de riqueza… para la sociedad.

El dinero, entendido como un bien reconocido y aceptado por todos, no es más que un medio que facilita los intercambios, pero el mero intercambio no genera riqueza “per se”.

Por otra parte, el saldo positivo en un proceso de creación de riqueza puede incrementarse aumentando el valor del producto creado, o disminuyendo los costes de la riqueza utilizada en su producción.

Mayor será el “milagro” de la creación de riqueza cuanto menor sea la riqueza utilizada para crearla. Esto es lo que se denomina eficiencia en la utilización de recursos, o productividad, incluida la mano de obra. De ahí que una alta productividad cree más riqueza que una baja productividad, a igualdad de productos creados.

Excepto que consideremos que el tiempo, el esfuerzo y la dedicación de una persona en su trabajo no tienen valor, una empresa con pocos empleados produce más riqueza que otra que utiliza, para la misma producción final, un mayor número de empleados, aun siendo las dos económicamente viables.

Así pues, si mediante la aplicación de actuaciones y propuestas de reparto del trabajo ya existente, lográsemos un aumento del empleo sin un aumento paralelo de la producción, modificaríamos sin duda la distribución de la riqueza creada, pero a costa de disminuir inevitablemente la creación neta de riqueza en el país, haciéndonos a todos un poco más pobres.

No creamos riqueza por ofrecer un producto o servicio a la sociedad, ni por emplear gente, ni por consumir energía o materiales. La riqueza se genera sólo cuando el producto final tiene más valor que el conjunto de insumos utilizados para producirlo.

Cualquier otra forma de ofrecer productos o servicios destruye riqueza; consume más de lo que genera, y no es sustentable. Cualquier subsidio que consigamos para subvencionar los procesos económicos se traduce en extraer riqueza generada en otra parte de la economía para integrarla en ese proceso.

Si queremos elevar económicamente nuestro nivel de vida, el objetivo debe ser crear riqueza... cuanta más, mejor.

Surgen muchos matices al procurar fundamentar la economía en la realización de las personas, y no en la riqueza. Sería tema de otros artículos.



“Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.



* El autor es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

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