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Vaina

Mire lo que son las cosas, por leer y por releer a Gabriel García Márquez, la palabra vaina se metió como la humedad en mi vocabulario, contagiado también por el sensorial realismo mágico mucho más intuitivo y mucho menos explícito.

Mire lo que son las cosas, por leer y por releer a Gabriel García Márquez, la palabra vaina se metió como la humedad en mi vocabulario, contagiado también por el sensorial realismo mágico mucho más intuitivo y mucho menos explícito.

Así, cuando de manera inusitada pregunto sin ser colombiano: ¿Qué vaina?, el interfecto interrogado se queda con cara de what?, pero reacciona airado y contesta con otra pregunta: ¿Qué cosa? ¡Eso!, le contesto ¿Qué vaina? Porque vaina y cosa quieren decir exactamente lo mismo. ¿Qué cosa? ¡Pues, eso!

Bueno, para no andarme por las ramas, interrogo: ¿Qué vaina con las vacunas para prevenir el coronavirus? Porque a muchos, después de vacunados, les duele el brazo inyectado y otros, se sienten medios aturdidos, lelos o simplemente cansados. Y, peor aún, a unos les han dado soponcios, suripitacos y teleles; hasta muertes súbitas ha habido…

Pero, calma y nos amanecemos, alrededor del mundo se han aplicado algo así como 445 millones de vacunas contra el COVID-19, (muchas más en países ricos que pobres). Y, del gran total, en algunos casos (proporcionalmente muy pocos) se han presentado afecciones serias como trombosis, que es la formación de un coágulo en un vaso sanguíneo. Pero, no todas han causado la muerte…

Las cosas como son: Sí ha habido fallecimientos, pero han sido casos aislados y la mayoría se presentaron a principio de año. Lo verdaderamente pernicioso son las exageraciones y noticias falsas que se han viralizado provocando una irracional infodemia… O sea, ¡una peligrosa vaina!

LA PALABRA DE HOY: VAINA

En latín clásico, vaina se refería a la funda de una espada; ello, por analogía con la parte de la anatomía de la mujer llamada vagina.

En botánica, vaina es una cáscara larga que guarda semillas y, en lenguaje coloquial colombiano, vaina es una muletilla que requiere de la interpretación del oyente, porque casi nunca especifica lo que se quiere decir con total precisión: ¿Me trajiste la vaina que te encargué? ¿Cuál? Sólo los implicados lo saben…

De tal modo: ¡Uy, qué vaina! Equivale a ¡Uy, qué cosa! Como qué objeto, situación, pensamiento, sentimiento… desde una sola palabra hasta todo un argumento.

DE MI LIBRERO: 100 AÑOS DE SOLEDAD

Álvaro Mutis, poeta y escritor colombiano quien vivió en México gran parte de su vida y fue íntimo amigo de Gabriel García Márquez, un día le tiró a las manos la novela Pedro Páramos de Juan Rulfo y le dijo: ¡Tenga esta vaina para que aprenda!

El Gabo leyó fascinado Pedro Páramo y contagiado “por esa vaina” empezó “100 años de soledad” narrando: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”…

Otras palabras comunes que el Gabo puso en circulación junto con vaina, son: aguaitar, camaján, cacumen, guaricha, pinga, machucante o entuerto. Ya escribiré acerca de ellas. Mismas que son tan ricas como su célebre realismo mágico, ¡toda una vaina!

*- El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad.

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