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Urbi et Orbi

Impactado por la imagen de S.S. Francisco impartiendo esta muy especial bendición ante una solitaria y cerrada plaza de San Pedro en Roma ante la emergencia mundial de la pandemia provocada por el coronavirus (hecho sin precedente alguno en la historia) impactado más aún en positivo por su extraordinaria meditación posterior, en estos momentos de incertidumbre global.

"El comportamiento es un espejo

en el que cada uno muestra su imagen"

Goethe

Para la ciudad y para el mundo...

Impactado por la imagen de S.S. Francisco impartiendo esta muy especial bendición ante una solitaria y cerrada plaza de San Pedro en Roma ante la emergencia mundial de la pandemia provocada por el coronavirus (hecho sin precedente alguno en la historia) impactado más aún en positivo por su extraordinaria meditación posterior, en estos momentos de incertidumbre global, con mayor razón reafirmo lo que establecía en mi editorial anterior respecto a la necesidad que tenemos todos de apelar (buscando la oportunidad en medio de la crisis) a tener la sabiduría procurando una magistral mezcla de fe y racionalidad humanas ante la adversidad.

Los mensajes del papa Francisco, son, insisto, extraordinarios pues invitan a una profunda reflexión respecto a la difícil circunstancia que atravesamos teniendo como piedra angular a la fe sin dejar de observar el necesario raciocinio para actuar y decidir en consecuencia y a tiempo.

Lo cito textualmente: "Señor bendice al mundo... nos pides no tengamos temor pero nuestra fe es débil y tenemos miedo; pero tu Señor no nos abandones en la tormenta. Nosotros descargamos en ti todo nuestro agobio porque sabemos que tú nos cuidas".

"Parece que todo se ha oscurecido...esta tormenta palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas".

"No es el momento de Tu Juicio sino el de nuestro juicio. Para separar lo que es necesario de lo que no es. Es tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti Señor y hacia los demás y poder mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares y que ante el miedo han donado su propia vida (en referencia a los miles de doctores, enfermeros, voluntarios que están dando la batalla).

"La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra como habíamos dejado dormido y abandonado al que nos alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida en comunidad".

"La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas "salvadoras", incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad".

"Señor, nos llamas a tomar este momento de prueba como un momento de elección para poder mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando su propia vida. La vida del espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras propias vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes (generalmente olvidadas) que no aparecen en las portadas de los diarios y revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, limpiadoras, enfermeros, fuerza de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos y tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo".

"El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante que nunca enferma y dejemos que reavive la esperanza..."







*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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