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Uno de cada tres

Vivir en comunidad implica derechos y obligaciones, por ello los seres humanos renunciamos a ciertos derechos naturales para vivir en comunidad dando como resultado lo que hoy conocemos como Contrato Social, mismo que nos confiere derechos pero también nos otorga obligaciones; ser un buen ciudadano es requisito fundamental para que la sociedad avance en la construcción de dichas obligaciones.

Somos lo que hacemos

Vivir en comunidad implica derechos y obligaciones, por ello los seres humanos renunciamos a ciertos derechos naturales para vivir en comunidad dando como resultado lo que hoy conocemos como Contrato Social, mismo que nos confiere derechos pero también nos otorga obligaciones; ser un buen ciudadano es requisito fundamental para que la sociedad avance en la construcción de dichas obligaciones.

Una votación tan baja como la registrada en nuestro estado el pasado domingo es sólo una muestra de nuestro valemadrismo, de nuestra zona de confort que termina por hacernos cómplices de la nula toma de decisiones, si ni siquiera nos interesamos por elegir a quién nos gobernará; malos para participar pero campeones de la queja estéril, una muy pobre idea respecto a la formulación de una mejor comunidad, es triste pero sencillamente nuestras ciudades son un claro ejemplo de ello.

Que el grafiti, el polvo, los camiones de quinta, la falta de infraestructura, el Sindicato de Burócratas que demanda plazas como si fuera su derecho a costa del dinero público, que los diputados obedezcan a intereses mezquinos para sólo terminar regalando mochilas, con nuestro dinero por supuesto, el día del niño, para todavía tener la insensibilidad de ponerle el nombre de cada uno de ellos, cómo si a los niños les importara más allá que un bledo, si la falta de mejores servicios de salud, o de medicamentos o la construcción de más obra pública que detone a su vez más y mejores empleos para nuestra gente y con ello se tengan más oportunidades para todos; no, la realidad es que poco nos importa, parece ser que la realidad de una participación tan baja en el estado es un golpe a la mínima responsabilidad ciudadana, nos hemos convertido en simples espectadores pasivos de una realidad que nos rebasa porque así lo hemos permitido, no estamos ni siquiera dispuestos a dejar de ver la televisión unos minutos de un triste domingo cada tres años.

Lamento mucho nuestra autorenuncia a cumplirle a nuestra ciudad, enseñándoles a miles de niños que lo normal es sólo quejarnos, no participar, que el ser un ciudadano promedio está sólo en la redes sociales, en la construcción de liderazgos mediocres como los de Pérez Tejada, Jaime Díaz, Hirata en Ensenada o Gastelum en Tijuana, alcaldes todos donde el dispendio y la sinrazón no construyeron comunidad. Para muestra el BRT en Mexicali convertido en el monumento a la estulticia; lo grave es terminar acostumbrándonos que lo normal es la tranza, el favorecer a los amigos y a los compadres. Pobre Mexicali con tanto que crecer pero con tan pocos ciudadanos dispuestos a remangarse las mangas de la camisa para hacerlo.

En Mexicali la labor del Alcalde Gustavo Sánchez ha sido magnifica, lamento que no vaya a tener la continuidad que la desidia de muchos le negó; bienvenido el resultado, hay ya ganadores de la contienda y con ellos debemos de trabajar; pero debemos tener claro que mientras ni siquiera cumplamos con la obligación de votar el gran perdedor somos todos; que no nos extrañe los carros chocolates, la basura en todos lados, somos nosotros, no sólo nuestros políticos los responsables de nuestro abandono. Pobre Mexicali, tanto que crecer pero con habitantes que se niegan a ser ciudadanos de a de veras.

*El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.