Un triunfo que se pudrió
Nunca antes en la historia reciente de Baja California se había visto que después de una elección estatal se creara un ambiente tan tenso y degradante como el que impera ahora con el triunfo de Morena.
Nunca antes en la historia reciente de Baja California se había visto que después de una elección estatal se creara un ambiente tan tenso y degradante como el que impera ahora con el triunfo de Morena. Quizás hubo algo parecido en la elección donde resultó electo Braulio Maldonado en 1953, el primer gobernador, pero después de ahí no hay ningún registro de un ambiente tan hostil y polarizado como el que prevalece hoy.
El origen de esta situación, como se sabe, está en las acciones y actitudes que ha tenido Jaime Bonilla, primero como candidato y después como gobernador electo de Morena, quien clara y abiertamente pretendió desde un principio cambiar el periodo de gobierno de 2 a 5 años con el aval de la presidenta de ese partido y de otros miembros de esa organización, quienes movieron todos los recursos legales y políticos para lograr ese objetivo.
En la soberbia que trajo el triunfo presidencial de López Obrador, los bonillistas no calcularon que todas esas acciones para trastocar el periodo gubernamental desatarían una crisis política con enormes repercusiones a nivel nacional, pero, sobre todo, que contribuiría a diluir y desprestigiar el triunfo de Morena en BC y en especial de Bonilla.
Porque, hay que subrayarlo para que se entienda, no es que Morena y Bonilla no estaban en su derecho de buscar una alternativa para cambiar el periodo de gobierno. No es eso lo que descompuso el ambiente político local, sino que tanto Bonilla como los dirigentes de ese partido lo hicieron de manera prepotente, como un recurso de fuerza y un alarde de su predominio electoral, violentando las normas legales.
Nunca antes se había visto que un partido o un candidato ganador, como es el caso de Morena y de Bonilla en BC, echaran por la borda su propio triunfo al crear un ambiente de crispación política a nivel local y nacional, empañando o deslegitimando el primer triunfo de Morena a nivel de los estados, creando hostilidad y rechazo a ese partido antes de tomar las riendas del gobierno.
Si antes de la elección local ya había ciertas dudas y preocupación por el posible triunfo de Bonilla en el gobierno estatal, ahora y cada vez más se ha ido acentuando el temor ante su gobierno y el de Morena, principalmente después de sus ríspidas confrontaciones con personajes como Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas y Tatiana Clouthier, defendiendo la “Ley Bonilla”, creándose a sí mismo una imagen atroz ante la opinión pública nacional. Hay temor entre empresarios, grupos de profesionistas e incluso al interior de Morena ante Bonilla, pero no se expresa públicamente.
Todo esto ha creado una situación paradójica en Baja California: si bien en la elección pasada todos los partidos se desplomaron electoralmente y varios más están a punto de ser borrados del mapa político, el triunfo de Morena, después de las acciones de Bonilla, ha creado un ambiente desolador y lleno de malos presagios, en lugar de entusiasmo por el nuevo gobierno.
A estas alturas es evidente que cualquiera que sea la decisión de la SCJN, si son dos o cinco años, el gobierno de Morena y de Bonilla en particular sería un gobierno cuesta arriba, sin legitimidad política, con una sociedad dividida o polarizada, apareciendo como una mancha o un lastre para Morena y el gobierno de López Obrador.
Justo de esta crisis y de esta falta de legitimidad nace ahora la iniciativa que anuncia el diputado y fiel servidor de Bonilla, Catalino Zavala, para realizar una “consulta ciudadana” que tenga como propósito refrendar el periodo de gobierno de cinco años. Es la más evidente constatación de que, así como está ahora, Morena y Bonilla simplemente no podrían gobernar. Para gobernar necesitan de legitimidad.
El problema es que, de realizarse esta consulta, Morena, Bonilla y ahora sus diputados, agudizarían la crisis política que ya existe, independientemente de los resultados, porque no es posible que un gobierno o un partido o un gobernador electo recupere su legitimidad y el apoyo social, recurriendo a acciones ilegitimas o fuera de lugar como sería una consulta.
Es decir, Morena y Bonilla en BC están en una especie de pantano, en el que al intentar salir desesperadamente de él más se hunden o crean otros problemas que polarizan el ambiente político. Hay muchas alternativas o salidas que podrían tomar para salir adelante, pero no lo van a hacer porque ya se casaron con los cinco años, al margen de todos los costos políticos y el desprestigio de Morena.
Nunca antes se había visto que un gobierno, un partido y un gobernador electo se pudrieran prematuramente, como una fruta antes de llegar a la mesa, después de un triunfo aplastante y después de muchas expectativas.
Su origen, la causa de fondo, es simplemente la carencia de una visión democrática dentro de Morena y la inclusión de personajes oscuros y autoritarios que hizo candidatos y el “pueblo bueno” votó por ellos.
*El autor es analista político.
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