UNAM y Obrador
Tres columnas anteriores a este envío, puntualizaba yo la importante obra que nos dejaron los “malvados”.
Tres columnas anteriores a este envío, puntualizaba yo la importante obra que nos dejaron los “malvados”; los “odiosos” gobiernos neoliberales, de acuerdo con la acusación del actual presidente de México Andrés Manuel López Obrador.
Es o fueron muy abundantes las aportaciones a nuestro país en referencia a la obra pública; para el pueblo; no podría ser de otra forma, lo que nos dejaron aquellos gobiernos malvados.
Destacaba yo como un dato muy significativo el Museo de Antropología y la UNAM; esto es dentro la innumerable infraestructura que quedó para siempre “y para el pueblo” este legado. Más, debiera yo eliminar de esta afirmación de que aquellas obras fueron para el pueblo, porque el presidente dijo en sus mañaneras que la UNAM no es una institución al servicio del pueblo. ¿Te das cuenta de tanto maniqueísmo? Me pregunto: cuántos políticos de Morena, hoy, egresados de la UNAM, disfrutan tranquilamente de salarios que redondean los cien mil pesos mensuales? Se debería correr a todos ellos porque fueron egresados de la esta institución y que no la merecen, porque sencillamente, siendo de Morena debieran haber egresado de una universidad “patito” que se debió llamar Universidad Benito Juárez; así todos contentos.
Desafortunadas las palabras del Presidente cuando afirmó en sus mañaneras; -en su letanía la que me recuerda, siendo yo un niño, he incluso adolescente, el sacerdote ante el púlpito de la parroquia de mi tierra dirigiéndose a sus feligreses: “cuidado con el demonio; si pecas te iras al infierno”. La UNAM, dijo Obrador, se ha convertido en una universidad al servicio de los neoliberales, -no textual, pero sí su idea en lo general-. Sus egresados no sirven al pueblo; se han alejado de servir a las multitudes más desprotegidas de México; sus egresados sólo se sirven a sí mismos, se han convertido en una clase privilegiada muy distante de la pobrería que abunda en el país.
Me pregunto: Cientos de miles de familias de Sonora, de Baja California, Veracruz, de Puebla, Querétaro, Jalisco, etc. que allá por los sesenta del siglo pasado siendo realmente clase media baja, estas familias lejos de ser “fifís” en consecuencia, con un gran esfuerzo, con sacrificios y enormes y grandes deseos de que sus hijos estudiaran en la UNAM; casi la única en aquellos años; lograron para ellos una carrera: oculista, dentista, licenciado en leyes, químico, ingeniero, arquitecto, en fin, nunca pensaron aquellas familias y debieron ser, repito, cientos de miles, que estaban convirtiendo a sus retoños, en miles de ciudadanos solo interesados en el dinero, y alejados totalmente de la pobreza en que en México se vivía y aún se vive. Y claro, quienes ya tenemos una edad avanzada, fuimos testigos de estudiantes que se fueron a la UNAM y regresaron a su lugar de origen simplemente a servir, (no ha servirse), como afirmo Obrador y específicamente a atender al pueblo, a la gente; simplemente a la gente, sin preguntar a sus pacientes si eran o no pueblo. Así es la cosa de simple. Para qué tantos brincos estando el suelo tan parejo, digo. El maniqueísmo también es enfermizo.
*- El autor es Profesor Emérito, UABC, por la Facultad de Arquitectura. Creador Emérito, ICBC. Artista plástico.
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