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Signos democráticos

Así considero puede calificarse lo que vimos y en lo que participamos el pasado domingo 26 de febrero, en varias ciudades de la República mexicana, lo mismo que en el zócalo de la ciudad de México y en varios lugares más allá del Rio Bravo.

Así considero puede calificarse lo que vimos y en lo que participamos el pasado domingo 26 de febrero, en varias ciudades de la República mexicana, lo mismo que en el zócalo de la ciudad de México y en varios lugares más allá del Rio Bravo.

Demostración democrática porque fue una manifestación por demás pacífica, con saldo blanco (como dicen los que están en medios de seguridad pública), no con acarreo masivo ni por autoridad alguna, llegando los participantes la mayoría de las veces por sus propios medios, además de que participó la sociedad civil, personas e incluso familias, para expresar que no queremos imposiciones, que no estamos de acuerdo en que se destruyan instituciones que han mostrado ser eficientes (aunque en varias de ellas puede todavía haber mejoras), de que no estamos de acuerdo en que cambien las leyes del juego una vez empezado o a punto de comenzar un proceso electoral.

Señales de democracia y cultura cívica, porque fue una muestra de independencia de partidos políticos, de presiones de autoridades para ir a una congregación (sin amenazar al asistente de quitarle el trabajo o restringirlo de algún programa social, que por derecho le corresponde), sin acudir en autobuses rentados con recursos públicos, sin tortas ni bebidas de por medio como “agradecimiento” por asistir.

Descontento social manifestado el domingo pasado, reflejo también por el sinnúmero de agravios que desde las mañaneras se han generado contra la sociedad civil, contra los aspiracionistas, contra l@s niñ@s que no han tenido sus medicamentos, contra los familiares de miles de muertos por no haberlos atendido o vacunado a tiempo durante las peores olas de contagio durante la pandemia por el Covid19, de miles de madres a las que se les eliminó el apoyo para el cuidado de sus hijos en guarderías o instancias infantiles, por los millones de personas que viven bajo un sentimiento de inseguridad, por los feminicidios y por querer manipular el voto que por derecho y constitucionalmente es libre y secreto.

Fue un buen ejemplo de participación ciudadana la del domingo 26, porque se expresó el defender nuestro derecho a tener elecciones confiables. También fue interesante ver que no fue evidente el protagonismo de los partidos políticos que estuvieron por ahí con algunos de sus militantes y dirigentes; pero mejor dicho, si hubo protagonismo partidista, como por ejemplo el del dirigente nacional del partido gobernante, que tachó de farsantes, conservadores y de derecha, a quienes se manifestaron.

Todavía recuerdo cuando hace unas tres décadas comenzaba la formación de un sistema verdaderamente democrático (mejorable, pienso aún ahora), que rompía con la autocracia impuesta por el gobierno en el poder, para eliminar la designación del mandatario en turno para definir quién sería su sucesor, para evitar que se “cayera el sistema” como en la muy recordada elección y que el responsable de dicho sistema ha vuelto a estar en el gobierno en turno.

Lo que vivimos el pasado domingo 26 (y anteriormente en noviembre), contrastará con la convocatoria gubernamental para el próximo 18 de marzo, en la que habrá miles de acarreados en la ciudad de México, usando cientos de autobuses, dándoles camisetas, tortas y refrescos.

*- El autor es Consejero y Consejero Nacional de Index, además de Director de Recursos Humanos para LatinAmérica en Newell Brands.

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