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Riesgos para el periodismo: entre COVID-19 y manifestaciones.

Escribo esta colaboración justamente el día 7 de junio, fecha en que se conmemora el Día de la libertad de expresión y por muchas razones, una fecha en la cual este derecho, consagrado en la constitución mexicana, aún demanda el reconocimiento legítimo de las personas a expresarse con libertad y respeto a las ideas del otro, lo cual constituye una agenda pendiente de cumplir.

Escribo esta colaboración justamente el día 7 de junio, fecha en que se conmemora el Día de la libertad de expresión y por muchas razones, una fecha en la cual este derecho, consagrado en la constitución mexicana, aún demanda el reconocimiento legítimo de las personas a expresarse con libertad y respeto a las ideas del otro, lo cual constituye una agenda pendiente de cumplir. Y por tal razón, reconozco y valoro, a través de este espacio, los riesgos que implica el cumplimiento de la labor de informar a las audiencias por quienes se desempeñan como periodistas en la actualidad; en especial, por las amenazas a la integridad física de sus personas y familiares, generalmente provenientes del crimen organizado y/o de las esferas de poder político y económico.

Sin embargo, en estos últimos meses, los riesgos para el periodista han cambiado, o más bien se han sumado a los anteriores, pues ahora son de dos tipos: el primero, al cubrir las manifestaciones de protesta, en particular aquellas que se han multiplicado en diversas partes del mundo por la muerte del afroamericano George Floyd en Minnesota, Estados Unidos, en manos de la policía. Así lo señala el Comité para la Protección de los Periodistas (CPP), pues tan solo en los primeros tres días de los hechos, ha sido contabilizados 125 ataques a periodistas, y no solo por la policía, también por los manifestantes que ven en los reporteros un enemigo, lo cual es consecuencia, según la organización de Reporteros sin fronteras (RF), de la descalificación sin fundamentos que hace Trump hacia la prensa que critica su actuación como gobernante. Y en México, la semana pasada, hubo varias manifestaciones violentas por la muerte de Giovanni López, en Jalisco, también agredido por la policía. En ambos casos los periodistas y fotógrafos se ven impedidos de realizar su labor e incluso agredidos cuando cubrían los hechos. Esperemos que no ocurra lo mismo por otra persona que falleció a causa de la violencia policiaca en Tijuana.

La otra amenaza, tal vez menos tangible, pero igual o más amenazante para el reportero es el informar sobre el COVID-19. Incluso el CPP publicó un manual de asesoría de cómo cubrir las historias de las personas que han sido infectadas con este virus. Son indicaciones básicas de protección personal, pero también indica el cuidado en la redacción de la información y la correcta denominación de la pandemia provocada por el COVID-19, dado que el virus ha contagiado a más de 6 millones de personas en el mundo, recomendando hacer reportajes responsables, evitando el uso de adjetivos, además de utilizar responsablemente las fotografías para no propagar un mensaje erróneo, siempre respetando también la privacidad de las personas y algo que señala dicho documento: “La política es importante, por supuesto, pero tengan cuidado de no caer en el giro que las fuentes políticas le quieran dar al COVID-19, y apóyese en los expertos médicos” (https://gijn.org/2020/03/12/recomendaciones-para-periodistas-que-cubren-el-covid-19/). Algo que parece que en México está de boga entre políticos y científicos. ¿Usted qué opina?

 

*- El autor es coordinador del Observatorio Global Mediático-UABC.

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