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Rectificar

Andrés Manuel López Obrador, resultara ser simple y llanamente más de lo mismo que ya habíamos visto en el pasado, más allá de cualquier otra cosa que pueda desviar la atención.

"El hombre que ha cometido un error y no lo

corrige, comete otro error mayor"

Confucio



Más allá de la parafernalia, las frases hechas, las cifras alegres, las medias verdades y las mentiras completas que engloban (sobretodo a partir de que el Presidente no asiste a dar su mensaje al Congreso de la Unión) los informes presidenciales del primer día de septiembre, más allá de que resulta sumamente revelador el que siendo la primera vez que lo hacía nuestro actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, resultara ser simple y llanamente más de lo mismo que ya habíamos visto en el pasado, más allá de cualquier otra cosa que pueda desviar la atención de lo verdaderamente importante para la República, considero de vital importancia ocuparnos en el análisis de la realidad en el más estricto y objetivo sentido partiendo de la base de los muy delicados tiempos que vivimos y conforme se viene demostrando día con día el que, válgame la expresión, no es lo mismo lidiar al toro en el ruedo que verlo desde la barrera...

En este contexto, sin duda alguna que el saber rectificar un error a tiempo no solamente significa el beneficio de hacerlo y sus consecuencias, sino que el precedente que se sienta en términos de la sensatez y calado del mensaje representan en muchos sentidos el tipo de decisiones pragmáticas que se deben tomar apegadas a las necesidades de un mundo regido por circunstancias e inercias económicas incontrovertibles sobre las cuales hay que saber navegar con la suficiente inteligencia y sagacidad sin aferramientos ni ataduras en ideas trasnochadas y fracasadas que choquen de frente con la manera en la que se mueve la economía en el concierto de las naciones en el siglo XXI en donde México es jugador de importancia (destacando nuestra relación comercial con Estados Unidos y Canadá).

Así las cosas, destaco el viraje inteligente y aún a tiempo por parte de nuestro Gobierno Federal respecto al absurdo pleito en el que se había metido con la iniciativa privada en el tema de los contratos de los gasoductos.

Y es que no solo los litigios que estaban destinados a la derrota, a la par de la amenaza de ir a los arbitrajes internacionales con todo el tiempo y el desgaste implícitos, sino el terrible mensaje que se enviaba a los inversionistas nacionales e internacionales en el sentido de que desde el gobierno se promovía la incertidumbre a la certeza legal, significaban un ingrediente adicional a la evidente tormenta perfecta que en materia económica se cierne sobre nuestro país, por lo que el haber llegado a los acuerdos celebrados por todas las partes sin duda alguna representa, sobretodo para el gobierno, el tipo de determinaciones que debe saber seguir tomando independientemente de tener que pagar el precio de retractarse a sabiendas de que el bien superior de la responsabilidad de gobernar una nación implica asumir que este tipo de ejemplos significan el desgaste propio de admitir que se va por el camino equivocado pero que se tienen los arrestos para corregir el rumbo.





*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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