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Primer tercio

El Presidente López Obrador llegó al segundo año de gobierno con una aprobación del 60 al 62% según las encuestas, aunque él tiene otros datos y dijo en el informe que es del 71%.

El Presidente López Obrador llegó al segundo año de gobierno con una aprobación del 60 al 62% según las encuestas, aunque él tiene otros datos y dijo en el informe que es del 71%.

Su actuar, comentarios y decisiones mucho las basa en símbolos, por ello la imagen de honestidad que tiene alcanzó un 60% en el mes de noviembre; dato que no es tan bueno cuando se hacen las evaluaciones sobre el manejo del gobierno en temas como las recientes inundaciones en tabasco y Chiapas, sobre la pandemia, del rescate a las empresas y apoyo a los trabajadores, sobre la asignación de contratos a modo y sin licitaciones, la forma de presionar para tirar inversiones privadas o mixtas como en el caso de la cervecera y del aeropuerto metropolitana de la Ciudad de México, de la toma de casetas y bloqueo de vías férreas, sin aplicar el estado de derecho, como si hubiera complacencia. En otras palabras, no son pocos los que señalan que las cosas se están saliendo de control.

Mientras que la gente prioriza los temas sobre que mejore la economía y la seguridad, el presidente las minimiza y muy poco se percibe una real mejoría. A eso se suma la gran crisis y miedo por la pandemia, por el aumento de contagios, por no tener acceso rápido a los servicios médicos.

Aunque las percepciones son muy distintas entre uno y muchos, se pone todo en una especie de licuadora, para que al mismo tiempo sean abordados temas en una amplia gama de temas. Lo reciente que genera no sólo controversia, sino eventualmente divisiones y estirar mucho la liga como se dice comúnmente. Tenemos el de la subcontratación, que por una presión de líder sindical, estaba generando más incertidumbre y potenciando un mayor desempleo, así como costos mayores para las empresas y por supuesto también al gobierno que es gran empleador de personal subcontratado. Se le suma la propuesta de un senador para meterle mano a la normatividad del Banco de México para el uso y disposición de dólares, bajo el argumento de que hay unos 7 mil millones que no tienen transparencia y seguridad en el cambio cuando son enviados por trabajadores fuera del país. Estos dos ejemplos son manzanas y como lo señaló el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, se quieren cortar de tajo “pues no –dan”.

Eso sí, hay que hacer caravana con sombrero ajeno. Se informa con mucho orgullo el estar recibiendo más remesas, como si fuera un programa de gobierno y no el reconocimiento de que se reciben seguramente porque las familias de los connacionales en el extranjero están pasándola mal por efecto de la pandemia, de cierre de actividades, de no haber trabajado aunque fuera en la informalidad. Y hay otra cosa simbólica que señalar a dos años: no hay recursos para desastres pero si para Pemex y la CFE, no importa que siga inyectándose dinero bueno al enfermo terminal ni que en el mundo haya un cambio hacia energías limpias y renovables.

En resumen, no es suficiente la honestidad para gobernar un país tan complejo y disímbolo como el nuestro; se requiere experiencia en el tema, no ser todólogos como en sexenios anteriores, y tal vez por eso también se han dado en el equipo del presidente 17 cambios durante el primer tercio del sexenio, sea por diferencias, por aspiraciones electorales o por los llamados motivos personales.

*- El autor es Consejero y Tesorero Nacional de Index, además de Director de Recursos Humanos para LatinAmérica en Newell Brands.

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