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Por sus frutos...

Siendo así, más allá de en qué vaya a terminar el histórico segundo proceso de juicio político (impeachment) que enfrenta el afortunadamente derrotado (para los Estados Unidos y el mundo entero) Donald Trump, el hecho de que por mayoría de votos el Senado haya declarado la constitucionalidad del caso autorizando su procedencia sienta un magnífico precedente

"Interpretar la ley es corromperla.

ciertos abogados la matan"

Napoleón I

Los conocerás... cita la Biblia. Y sí, que tan cierta es tal aseveración sin duda alguna.

Siendo así, más allá de en qué vaya a terminar el histórico segundo proceso de juicio político (impeachment) que enfrenta el afortunadamente derrotado (para los Estados Unidos y el mundo entero) Donald Trump, el hecho de que por mayoría de votos el Senado haya declarado la constitucionalidad del caso autorizando su procedencia sienta un magnífico precedente con el afán de evidenciar las abusos cometidos por quienes perversamente, desde sus mismas entrañas, se atrevieron a poner en jaque el mandato de la democracia en una nación que sin duda alguna ha sido fundamental para su preservación y consolidación como cimiento primordial del progreso a través de la tácita alianza de gobernantes y gobernados, en donde, a través del voto, los ciudadanos dan y quitan el poder por periodos determinados de tiempo inspirados en el bien mayor e implicando la gobernanza de la ley como la mejor salvaguarda ante la siempre amenazante tentación por la autocracia como la antítesis que deviene (en su versión más tóxica) en la demagogia populista que da pie a las dictaduras.

Insisto, conscientes de que el proceso del mencionado juicio político está sujeto a todo un protocolo legal con los fiscales acusadores y los abogados de la defensa cuya interpretación de la ley estará sujeta a las pruebas y alegatos sobre la presunta culpabilidad respecto al presunto delito de incitar a la insurrección por parte de quien en esos momentos aún era presidente en funciones, juicio que habrá de terminar con un veredicto definitivo sobre si procede o no el delito que se le imputa (se ve difícil que se pueda llegar al número de votos necesario en el Senado pues no hay la suficiente cantidad de republicanos convencidos de dar el paso que deberían dar), estoy cierto de que el solo hecho de que se discuta como tal una vez habiendo procedido con el voto de demócratas y ciertos republicanos es un gran avance que dejará huella para bien.

Ahora bien, independientemente de que lo anteriormente descrito es una realidad, estoy convencido de que los hechos que en sí mismos (coronados con la evidente aberración por parte de Trump el pasado 6 de enero en donde alentó el asalto al Capitolio) caracterizaron la pesadilla que significaron los 4 años de la presidencia a cargo del magnate en cuestión, impregnados de soberbia, racismo, despotismo, intolerancia, indecencia y un alarmante desprecio por las leyes como los pilares fundacionales del equilibrio de poderes con el cual se trastocaron las bases más sensibles del acuerdo democrático fundamental en donde se soporta la razón misma de ser de los Estados Unidos de América, son hechos que ya han sido juzgados por los norteamericanos que no dieron más que frutos podridos de división y confrontación que los han llevado a la crisis sin precedentes que ahora mismos padecen.

Veremos y diremos sobre cómo siguen sucediendo los acontecimientos alrededor de este caso que no ejemplifica más que no que no deberán (deberemos) tolerar más nuestros vecinos del norte quienes de igual manera ya demostraron (echando a Trump del poder con el peso de sus votos) que nunca es tarde para enmendar el camino...

*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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