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Política de la mediocridad

Hay un estereotipo, una imagen que desde siempre se ha difundido en el mundo, respecto al mexicano: Un ranchero de calzón blanco dormido recargado en un árbol, tapándose la cara con un sombrero, dando la idea, de que los mexicanos somos flojos, mediocres, y conformistas. Nada más alejado de lo que somos la gran mayoría.

Hay un estereotipo, una imagen que desde siempre se ha difundido en el mundo, respecto al mexicano: Un ranchero de calzón blanco dormido recargado en un árbol, tapándose la cara con un sombrero, dando la idea, de que los mexicanos somos flojos, mediocres, y conformistas. Nada más alejado de lo que somos la gran mayoría.

Desde mis abuelos, mis padres y nosotros como papás, hemos sido gente trabajadora, honesta, como muchos mexicanos. Vimos cómo nuestros padres, de clase media baja, trabajaban y le echaban ganas para sacarnos adelante, pagaban con mucho sacrificio asistiéramos a colegios privados, para que al estar más preparados fuéramos ciudadanos responsables. Nosotros como padres hicimos lo mismo con nuestros hijos, aunque para cubrir las colegiaturas, tuviéramos que apretarnos el cinturón, lo que finalmente valió la pena. Con mucho sacrificio logramos adquirir nuestra casa, y tener anualmente vacaciones sencillas con los niños, como lo hicieron miles de familias en esos años.

Pero ahora tenemos un Presidente que nos dice: “¿Para qué tener cosas materiales? Confórmense con un par de zapatos, una carcachita, lo más importante es tener bienestar. Las cosas no dan la felicidad. ¡Eso es para fantoches!”

Efectivamente tener cosas no es sinónimo de felicidad, ésta se construye diariamente en un ambiente de amor, armonía, fe, servicio, unión familiar; pero aquí hay dos puntos importantes: Primero no es el papel de un Presidente “predicar”, sino impulsar a su pueblo y poner lo propio para que se desarrolle, que los jóvenes egresados profesional o técnicamente, tengan donde implementar sus conocimientos, crezcan, se desarrollen, triunfen, todo eso que hace que un país prospere.

Y el otro punto es la manipulación del mensaje preparándonos para lo que viene. De ésta forma y casi con las mismas palabras lo “predicaron” Fidel y Chávez en su tiempo, manipulándolos para apoderarse de todo y dejar a su pueblo devastado. ¿Cómo puede ser que naciones pujantes en su tiempo, con tanto potencial y porvenir de desarrollo, Cuba y Venezuela, tengan hoy una pobreza del 90% ? ¿Quién tiene el 10% restante? Los de la élite, los populistas, dictadores y demagogos que proclaman trabajarán para los pobres, pero que no dicen que es para multiplicarlos. ¡Ellos sí se dan la gran vida a costa de la miseria de sus pueblos!

La política de la mediocridad, el no tener aspiraciones de crecer, no es para los mexicanos. Nosotros somos un pueblo inteligente, con mucha riqueza interior, y muchos compatriotas lo han demostrado a nivel mundial. No necesitamos un “líder” que nos aplaste sino que nos impulse a trabajar unidos, codo con codo para hacer de México ese país del cual todos nos sintamos orgullosos. Rechazamos que se fomente la mediocridad por medio de dádivas, eso decrece al ser humano lo hace atenido, flojo y vicioso. Necesitamos fuentes de trabajo, para llevar con dignidad el pan a nuestras familias. ¡Esa es su tarea Presidente!

Termino con la frase de José Mujica: “Los buenos gobiernos no son los que usan los impuestos para dárselos a los flojos, los grandes gobiernos son los que crean las condiciones para que todos tengan trabajo.”

¡Mujer Mexicana forja tu Patria!

* La autora es Consejera Familiar.

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