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Pobreza y desigualdad

Una de las asignaturas pendientes en nuestro país es la pobreza y la desigualdad social que cada día se agrava. Han sido muchos años y muchos gobiernos de distintas denominaciones ideológicas que no han abatido este enorme rezago.

Una de las asignaturas pendientes en nuestro país es la pobreza y la desigualdad social que cada día se agrava. Han sido muchos años y muchos gobiernos de distintas denominaciones ideológicas que no han abatido este enorme rezago. Gobiernos van y gobiernos vienen y la situación se acrecienta hasta llegar al punto que la hace caótica y muchas veces insoportable. ¿A quién recurrir para solventar este obstáculo? ¿Quién es el responsable de esta situación? ni el gobierno, menos la iniciativa privada se hacen responsables de esta calamidad. Nadie asume el compromiso ni se tiene tampoco la voluntad política para aminorar, no digamos liquidar a este gran flagelo de nuestro tiempo. Sin duda, es un problema complejo estructural que se engendra en la misma naturaleza del funcionamiento del sistema capitalista.

El capitalismo es un modelo económico clasista que divide a la sociedad en clases sociales; ricos y pobres, explotados y explotadores, obreros y empresarios. Sin embargo, esta contradicción se resuelve o se mengua a través de una buena política económica incluyente donde las partes, gobierno, trabajadores e inversionistas reciban buenas remuneraciones por su trabajo y otros por sus inversiones y que además el gobierno recaude los impuestos por el valor producido. Un ejemplo de que es posible conciliar los intereses entre las clases sociales en el capitalismo, lo observamos en los países europeos, en donde a esto se le ha dado en llamar economía social de mercado (ESM), también conocido como capitalismo social, es modelo de economía y sociedad con la meta de crear una economía que desde la base de la competencia combina la libre iniciativa con un progreso social asegurado por la capacidad económica.

En este modelo de capitalismo se encuentran los principios básicos del capitalismo democrático, entre los cuales se destacan los conceptos de desarrollo comunitario, de la más amplia distribución de los bienes y la riqueza, del mejoramiento de la productividad en beneficio general y del pluralismo económico y político como elemento esencial del sistema capitalista. En nuestro país, es factible tener un sistema económico más equitativo, en donde la sociedad tenga acceso a lo más elemental, distribuyendo de una manera equitativa la riqueza y los que menos tienen tengan acceso como derecho, sin regateos, a los servicios de salud, educación, vivienda y un trabajo bien remunerado.

En el mundo globalizado, las potencias económicas, las mal llamadas del primer mundo, han arrasado y están arrasando y depredando los recursos naturales del orbe sin ningún recato, aplicando únicamente el criterio de la riqueza de la ganancia. Por eso insistimos en que en nuestro país se lleve a cabo un pacto incluyente con todos los sectores sociales y productivos con la finalidad de ver hacia futuro, anteponiendo los intereses sociales a los personales. Solo de esta manera y no dividiendo a la sociedad, se puede lograr un cambio verdadero. Por lo anterior, siempre nos preguntamos ¿A quién le conviene tener en este país millones de pobres? Es evidente que, a todos los partidos políticos, ya que estas poblaciones representan “un filón de oro” es decir, son las personas que votan por aquellas opciones que se dedican de manera sistemática a repartir despensas. Es la población que vive de las dádivas y que al momento de elegir lo hacen por aquellos partidos políticos que les han otorgado obsequios ya sea en productos o servicios. Pero no se dan cuenta que con estas dádivas están hipotecando su futuro y reproduciendo el mismo estado de cosas. ¿Por qué no desean que crezca la clase media? porque son personas preparadas, que gracias al régimen de gratuidad de la educación les permite tomar decisiones de manera más consciente deseando lo mejor para el país.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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