Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Mexicali

Peritus y el movimiento agrario

Para entender la lucha histórica de los mexicalenses hacia 1936 habría que verla no como un asunto jurídico o un relato de edificios construidos.

Para entender la lucha histórica de los mexicalenses hacia 1936 habría que verla no como un asunto jurídico o un relato de edificios construidos, sino que además es necesario contemplarla, aquilatarla desde el nivel de las tierras de cultivo, desde los agricultores mexicanos que debían lidiar con las guardias blancas de la Colorado River Land Company, y para esa tarea nada mejor que un joven idealista como Pedro F, Pérez y Ramírez (conocido mejor como Peritus), quien puso su pluma al servicio de reconquistar lo propio artículo por artículo y que, años más tarde, dejaría un legado de obras sobre éste y otros temas de la historia de la ciudad capital de Baja California. Peritus nació en San Pedro Piedra Gorda, (hoy Ciudad Manuel Doblado), en Guanajuato, el 5 de julio de 1908 y murió en Mexicali en 1988, para entonces ya reconocido como periodista tenaz y cronista de la ciudad capital del estado de Baja California. De familia de pocos recursos, tuvo que abrirse paso en la vida con su curiosidad implacable y la destreza escritural que obtuvo en el Seminario Conciliar de León, Guanajuato, donde estudió la secundaria. Enrique Estrada Barrera lo calificó de callado, pero durante el movimiento agrario, Peritus encontró su voz más poderosa.

Este joven periodista sintió y resintió el poder de la Colorado River Land Company, la empresa estadounidense que usufructuaba las tierras del valle de Mexicali y que era un monopolio algodonero tan poderoso que los propios gobernantes bajacalifornianos debían acatar sus políticas agrarias, con menoscabo de los intereses nacionales. Pero la llegada al poder presidencial del general Lázaro Cárdenas en 1934 iba a cambiar el panorama político de la entidad. Como lo señala el propio Pérez y Ramírez, el estar a favor del movimiento agrarista cuando éste era visto en Mexicali como una amenaza a la estabilidad política de la región, tuvo como consecuencia que a los defensores de los campesinos mexicanos que exigían tierras de cultivo los llamaran, en la prensa afín a los intereses extranjeros, como “salvajes” y “anarquistas”, y sólo porque pretendían que tomar lo que le pertenecía a la nación, lo que era suyo, era un acto protegido por la Constitución Mexicana.

Y cuando el gobierno de Cárdenas comienza a prestar atención a las reivindicaciones agrarias en todo el país, los campesinos del valle de Mexicali hacen oír sus reclamos para que las tierras en poder de la Colorado River Land Company vuelvan a manos mexicanas. Es el momento en que don Pedro puede decir, satisfecho de su triunfo: “ahora, a laborar y esperar las gestiones del señor presidente Cárdenas para la recuperación de las tierras que vendrán a hacer más nuestra esta amada patria chica”. Y en enero de 1937 los campesinos asaltan las tierras bajo la protección del gobierno cardenista y la etapa de las compañías latifundistas extranjeras llega a su fin en la entidad de una manera por demás abrupta. En esta lucha por la recuperación de las tierras del valle de Mexicali, Pérez y Ramírez no está solo: lo acompañan escritores revolucionarios como Alfonso Tovar, Donaciano Alvarado, Facundo Bernal López y Alfonso Alfaro. Ya nuestro poeta advierte (El Tecolote, 31-III-1937) que se “puede fácilmente concebir que la posesión de la tierra en manos de quien la trabaja, es el ideal más bello y elocuente de la humanidad”, por ello asevera que “los bajacalifornianos, los que aquí hemos dejado juventud y energías, creando un hogar y asegurando la integridad nacional con la sola presencia; todos, absolutamente todos, nativos y adoptivos por los vínculos en el territorio, hemos propugnado siempre no sólo por la adquisición individual de la tierra, sino por la reincorporación de ésta al macizo de la Patria, ya que una equivocada y miserable venta la vino a poner en manos extranjeras: la Colorado River Land Co.”

Y Peritus añade que este movimiento agrarista no debe desunir a la sociedad fronteriza y que el poeta, el periodista y el intelectual consciente del momento que vive tienen que dar a conocer un propósito en común: que las tierras recuperadas a la empresa extranjera sirvan para fincar la prosperidad futura en la comunidad que las trabaje. En esta situación, la poesía de nuestro autor deviene en causa popular: es el canto a la reincorporación de Baja California a México por decisión colectiva de sus habitantes, es la reconquista de las tierras del valle de Mexicali como un acto de justicia poética, de imperativo revolucionario.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

En esta nota