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Perdedor

Donald Trump ha sido derrotado. Lo hizo perder su propia incapacidad para gobernar un país; la facilidad como esparcía el odio; el divisionismo; la falta de moral; la hipocresía y la excesiva tranquilidad como mentía y cambiaba versiones de un momento a otro

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Donald Trump ha sido derrotado. Lo hizo perder su propia incapacidad para gobernar un país; la facilidad como esparcía el odio; el divisionismo; la falta de moral; la hipocresía y la excesiva tranquilidad como mentía y cambiaba versiones de un momento a otro. Fue un pendenciero de palabras, pero cuando estaba frente a los adversarios y reconocidos enemigos, no los enfrentaba como debía. Cometió la cobardía de insultar, aún después de muerto, a John McCain, uno de los máximos héroes contemporáneos de su país, por lo cual pierde Arizona. Su concepto de las mujeres fue insultante, pues aseguró que, ante él, prácticamente se rendían porque era una persona importante. De los mexicanos y otras minorías, aseguró que éramos violadores, drogadictos, asesinos, y lo peor que México y los países latinoamericanos le enviaban a USA. Pero fue campeón mundial encarcelando niños tan pequeños como 4 meses de edad.

Acostumbrado a ser el centro de las reuniones, por la ostentación de dinero que siempre hacía, su mandato fue teñido con ese mismo color. Su máxima promesa, la construcción del muro entre México y USA, no logró cumplirla. Sin ninguna vergüenza, estuvo utilizando recursos económicos de su país, y levantó algunos miles de kilómetros, pero estos gastos no los sufragamos nosotros. Sus seguidores se fueron con la finta y creyeron en todo lo que les decía, sin embargo, nunca perdieron la fe en él. Cada quién cree en lo que quiere, por eso existe el libre albedrío.

Los discursos que escuché de él durante su campaña política por la reelección, no fueron sustantivos, sino que, como siempre, se auto alababa asegurando que nunca nadie había hecho algo tan perfecto como él. Tampoco se desmarcó de quienes refrendaban la supremacía blanca, e inclusive, les pidió que estuvieran alertas para que salieran en su defensa si fuera necesario. Su apoyo irrestricto hacia las acciones vandálicas de los policías que, utilizando el excesivo uso de la fuerza y de las armas letales que portan, asesinaron brutalmente a varios afroamericanos, fue para él algo justificado.

No obstante, cuando se dio cuenta de que su campaña no prendía, que la recepción era negativa y sus mítines denunciados, por su intransigencia a no respetar las directrices del sistema de salud y de los científicos del mundo, ordenando el uso del cubrebocas y la sana distancia, con obstinación se burló de ellos y desafió la pandemia, arrastrando a sus seguidores. Las muestras de rechazo a su candidatura le dieron mala espina, misma que se incrementó cuando la enorme respuesta al voto por correo hizo su aparición. Viéndose perdido, inició una campaña de desprestigio contra el sistema electoral, alegando que era corrupto, pero no dijo algo así cuando él ganó.

Finalmente, cuando se termina el proceso de las votaciones y se da cuenta de que la tendencia es contraria, acusa, infantilmente, de haber sido objeto de un sistema electoral corrupto que le roba votos y que acepta otros que son ilegales. Donald Trump es un perdedor. No supo aprovechar su momento y ahora se queja lloriqueando. No estuvo a la altura de su país y se obstina en desprestigiarlo. Se va a ir de la Casa Blanca, pero con él deberá llevarse toda la bajeza que fue capaz de crear. Vale.

* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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