Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Mexicali

Palos de ciego ya habla inglés

Hay poetas que están destinados para que uno los lea y los atesore para siempre. Eso fue, exactamente, lo que me sucedió con los hermanos Facundo y Francisco Bernal.

Hay poetas que están destinados para que uno los lea y los atesore para siempre. Eso fue, exactamente, lo que me sucedió con los hermanos Facundo y Francisco Bernal allá, por los años ochenta del siglo pasado. Ya lo he contado muchas veces, pero creo que lo merece: al ver mi interés por la literatura local, por los libros de creación literaria escritos o publicados en nuestra entidad, el ingeniero e historiador Adalberto Walther Meade, entonces director del Instituto de Geografía e Historia de la UABC, en el campus Mexicali, me prestó dos libros de su propia biblioteca: El país de las perlas y cuentos californios (1908) de José María Barrios de los Ríos y Palos de ciego (1923) de Facundo Bernal. Los dos son obras extraordinarias, pero el primero es más una visión de Baja California Sur a fines del siglo XIX, mientras que el segundo se me hizo un libro más cercano: era una compilación de poemas de temas variados publicados por Bernal en la prensa de Mexicali y Los Ángeles en la tercera década del siglo pasado.

Facundo Bernal nació en Hermosillo, Sonora, un 16 de octubre de 1883. Fue el hijo primogénito del matrimonio formado por Facundo Bernal y Luisa López de Bernal. Su padre trabajaba como burócrata del gobierno de Sonora y su situación económica era precaria como ocurría con muchas otras familias sonorenses de la época anterior a la revolución. Facundo hijo estudió en el Colegio Sonora, escuela pública y de educación laica, hasta el cuarto grado de primaria. Como su padre murió muy joven, tuvo que entrar a trabajar en un puesto del gobierno, tan oscuro y miserable como el que tuviera su progenitor. A pesar de estos contratiempos, su educación continuó de forma autodidacta, gracias a que su madre era una buena lectora, que sabía de pintura y literatura, y cuyo gusto por el arte y la verdad lo supo inculcar a toda su familia.

Así, por malos que fueran los tiempos en la casa de la familia Bernal nunca faltaron los libros y las ganas de leerlos. Facundo leía a poetas como Garcilaso de la Vega, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora y Lope de Vega, Rubén Darío y Amado Nervo. Esta cultura libresca no era nada extraña en el Hermosillo de entonces, donde existía una vida artística y cultural que se nutría de pequeñas pero bulliciosas comunidades de ciudadanos extranjeros, franceses, norteamericanos e ingleses cuya aparición coincidía tanto con los avatares políticos del imperio de Maximiliano como con las políticas de inversión extranjera auspiciadas por don Porfirio Díaz. Más estimulante para Facundo era su entrada al periodismo jocoserio, como él lo llamaba, en donde sus versos servían para hacer sátiras o parodias de poemas famosos pero con temas alusivos a situaciones personales o de su comunidad. Pero ese mismo gustó por burlarse de los poderosos con sus versos satíricos lo llevó a tener que huir de Sonora ya en el inicio de la Revolución Mexicana y como otros familiares suyos ya vivían en Los Ángeles, California, hacia allá dirigió sus pasos.

Hacia 1917, la familia Bernal termina haciendo su vida familiar en la ciudad fronteriza de Mexicali, ya entonces la capital del Distrito Norte de la Baja California. En esta población Facundo Bernal publica su primer y único poemario, Palos de ciego (1923), libro pionero de la poesía fronteriza, y su hermano menor, Francisco, nacido en 1896, se le une en el oficio de escribir versos para toda ocasión. Facundo adopta la poesía como un instrumento periodístico que le permite hablar con toda soltura de cualquier tema que sea de su interés. En Palos de ciego se versifica lo mismo sobre un juego de béisbol que sobre el incendio del barrio oriental de la Chinesca y, en muchos sentidos, el buen oído de Facundo le permite convertirse en el precursor de la poesía chicana medio siglo antes de que ésta apareciera. En realidad, Facundo Bernal es el precursor de muchas formas poéticas: la poesía urbana, de protesta, fronteriza, periodística, etcétera.

La fama de Facundo Bernal ha crecido gracias, en parte, a mi interés en dar a conocer su obra dentro de la historia de la literatura bajacaliforniana. Lo he antologado y publicado en muchas ocasiones y ahora me encuentro con que Anthony Seidman está traduciendo al inglés Palos de ciego para una editorial angelina. Pronto, este poeta sonorense-mexicalense será un autor conocido por el público del país vecino. ¡Enhorabuena!

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

En esta nota