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Ociosidades legislativas

En México, cuando una concursante gana el certamen de Señorita México, tiene que pasar un año antes de que concurse en Miss Universo, tiempo en el cual recibe una profunda preparación en temas que van desde pasarela, personalidad, idiomas, cultura general, oratoria, etc.

“La ociosidad, como el moho, desgasta mucho más rápidamente que el trabajo”

Benjamin Franklin

En México, cuando una concursante gana el certamen de Señorita México, tiene que pasar un año antes de que concurse en Miss Universo, tiempo en el cual recibe una profunda preparación en temas que van desde pasarela, personalidad, idiomas, cultura general, oratoria, etc. Y solo después de ese año, estará lista para representar a nuestro glorioso país ante el mundo; sin embargo, si esa misma persona gana una elección para ser diputada o senadora, lo único que tendrá que hacer es aprender a levantar la mano y aprobar cualquier clase de tontería que le presenten.

Traigo a colación este comentario, pues resulta que el 1 de junio pasado se presentó en el Congreso de Baja California, una iniciativa de modificación al Artículo 44 de la Constitución estatal, con lo que el gobernador electo en 2021 tendría un periodo de únicamente tres años en lugar de seis.

La pregunta es, ¿porque? …. pues porque sí.

Hace casi 2 años vivimos otra ocurrencia política que, en aquella ocasión, se dice que nos costó muchos millones en sobornos para que aquellos diputados, modificaran el periodo de gobierno de 2 a 5 años, cuestión que la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional hace algunas semanas, dejándonos en vergüenza a nivel nacional.

Esta torpe reforma que pretende nuevamente modificar el periodo gubernamental, nos da una idea de lo peligroso que resulta estar en manos de legisladores ociosos que, sin honestidad ni mediar análisis serio, se proponen realizar modificaciones legales que nos afectan a todos, lo cual nos debe llamar a la reflexión y analizar la manera en que la función legislativa tenga un tamiz o limitante que les prohíba legislar sobre cualquier tema sin ninguna responsabilidad de por medio.

En los Estados Unidos existe el concepto del “accountability”, que se puede traducir como la corresponsabilidad entre el servidor público y los gobernados, obligándole a responder frente a ellos por las malas decisiones que toma. Esto debería existir con nuestros legisladores y sancionarlos por las ociosidades legislativas en función de las afectaciones que le causan a la sociedad.

Resulta de tal trascendencia la actividad legislativa que no puede quedar solo en sus manos, por lo que tiene que haber esa auténtica corresponsabilidad de nuestros representantes populares, además de los candados que les impidan modificar leyes a su antojo, sin tomar en cuenta las consultas pertinentes y bien documentadas que avalen la necesidad de dichas adecuaciones jurídicas, pues de lo contrario podríamos caer en el juego de que un diputado de determinado partido legaliza el aborto y a la siguiente legislatura lo despenaliza o en un periodo de sesiones se grava el IVA en alimentos y en el siguiente se elimina su gravamen.

México no puede estar a merced de caprichos o de corazonadas legislativas, es necesario que estos cuerpos colegiados se profesionalicen y que sus propuestas legislativas no sean meras ocurrencias, sino la respuesta a reclamos populares. Suena difícil de lograr, pero tenemos que pugnar porque se de, pues solo así se irá revalorando la pobre imagen que de ellos tenemos los ciudadanos.

Los servidores públicos tienen responsabilidades enormes en el manejo de los asuntos públicos, ya que sus acciones pueden afectar directamente el bienestar social y los resultados de la gestión del gobierno. El comportamiento ético de los servidores públicos es una condición necesaria para un buen gobierno.

*- El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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