Ocio, trabajo y salario
En el mundo antiguo y en las comunidades primitivas no existió un término como el de trabajo con el que hoy englobamos actividades muy diversas, asalariadas y no asalariadas, penosas y satisfactorias, necesarias para ganarse la vida o para cubrir las propias necesidades.
En el mundo antiguo y en las comunidades primitivas no existió un término como el de trabajo con el que hoy englobamos actividades muy diversas, asalariadas y no asalariadas, penosas y satisfactorias, necesarias para ganarse la vida o para cubrir las propias necesidades. En aquellos tiempos el ocio era mucho más valorado que en la actualidad y más apreciado que cualquier tipo de trabajo. Pensadores y filósofos llamaban a reflexionar sobre la manera de ocupar este tiempo de no trabajo En los tiempos de la antigua Roma, unos quinientos años antes de Cristo, la sal era un producto de tal importancia que motivó la construcción de un camino desde las salinas de Ostia, pasando por los Apeninos, hasta San Benedetto del Tronto en el Adriático, al que se llamó Vía Salaria. Los soldados romanos que cuidaban esta ruta recibían parte de su pago en sal y a ese agregado llamaban SALARIUM. La etimología indica que de allí proviene la palabra Salario. En la época medieval el trabajo en general no ganó mayor aprecio. Desde la perspectiva cristiana había una inclinación a justificar el trabajo, pero no a verlo como algo valioso. Los pensadores cristianos hacían referencia al principio paulino "quien no trabaja no debe comer…", pero entendían que el trabajo era un castigo o, cuando menos un deber. Por otra parte, al trabajo no se le atribuía, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, un papel trascendente en lo social. El trabajo no es el fundamento de la asociación humana. Tomas de Aquino entendía al trabajo como un medio para la conservación personal y social y como el elemento que da sentido a la vida; Adolfo Ruiz Cortines acuñó la frase: México, al trabajo fecundo y creador, exhortando a los ciudadanos a realizar su mejor esfuerzo para sacar al país del subdesarrollo, frase que aún sigue vigente. Tanto en el mundo antiguo como en la Edad Media se veía al ser humano como un ser sociable por naturaleza. "En efecto -decía Aristóteles- ambos (trabajo correcto y ocio) son necesarios, pero el ocio es preferible tanto al trabajo como a su fin o lo que es lo mismo una persona ociosa era artista, filósofo o pensador. En la actualidad eso no ha cambiado, habrá que agregarle a algunos políticos, burócratas, maestros, trabajadores sindicalizados comisionados, becarios o receptores de dadivas gubernamentales, la ociosidad es la madre de todos los vicios dice el refrán. La Constitución del país, dice que el salario mínimo es aquel que debe cubrir las necesidades básicas de una familia como salud, vivienda, comida, vestimenta, etc., existen voces que quieren modificar el salario mínimo por decreto, eso no es posible si no se relaciona con la productividad, de cualquier otra manera es inflacionario e irreal, los partidos políticos empiezan a ver este tema como lema de campaña y eso ya es peligroso. El salario mínimo debe ser único y nacional, no debe ser diferente entre si se es burócrata, sindicalizado o no, si se trabaja para Pemex, CFE o a alguna otra paraestatal. Desde que se inicio este periodo presidencial, un día sí y otro también se lleva a cabo un linchamiento desde el pulpito palaciego y presidencial en contra de los funcionarios que ganan mas que el ejecutivo federal, el cual bajó sus percepciones al 50% de los anteriores presidentes, promulgo una ley para que nadie ganara más que él, “ nadie debe ganar mas que yo”, sin embargo y a pesar de sus deseos existen muchos funcionarios que ganan más que él, por ejemplo los ministros de la Suprema Corte, los Consejeros electorales, los Generales de las fuerzas armadas de Mexico, algunos gobernadores, diputados locales, alcaldes, etc. Los sueldos en Mexico rara vez reflejan la calidad de su desempeño, la remuneración de los funcionarios públicos debe contar con una valuación realista de sus resultados, su nivel de estudios, su experiencia, su honestidad y su capacidad para desempeñar el cargo conferido, no deben estar sujetos a esa frase totalitaria “Que nadie gane más que yo”
*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.
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