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¿Nos falta un estadista?

A pesar de las críticas al presidente López Obrador, su popularidad continúa en ascenso, de acuerdo con los sondeos que realiza el periódico El Financiero, la aprobación ciudadana registró un repunte, al pasar de 59% a 64% entre octubre y noviembre.

A pesar de las críticas al presidente López Obrador, su popularidad continúa en ascenso, de acuerdo con los sondeos que realiza el periódico El Financiero, la aprobación ciudadana registró un repunte, al pasar de 59% a 64% entre octubre y noviembre. Este 1º. de diciembre se cumplieron dos años de su arribo al poder presidencial y no sólo no ha cumplido su promesa de pacificar al país y de mejorar las condiciones de vida de las y los mexicanos, sino que ha llevado a México a repliegues nunca vistos en materia económica y de salud, seguridad, cohesión social y estabilidad institucional, de acuerdo con sus más acérrimos “fustigadores”, quienes además cuestionan que se están padeciendo las consecuencias de un gobierno incompetente y autoritario.

El presidente ha recalcado, en muchas ocasiones, que en el segundo año se sentarían las bases de la 4T. Pero hasta ahora no se ha visto un cambio positivo. En tanto, el mundo está enfrentando una grave crisis por la carencia de políticos de estatura, con miras muy altas y que no piensen en la próxima elección, sino en la próxima generación. La “mediocridad” domina el espectro político, únicamente se conforman con llegar al poder, sin importarles, si son las personas adecuadas con el perfil idóneo para gobernar.

Insisten sus detractores, en el 2018, los mexicanos votamos por un cambio, todos anhelábamos mejorar y sustituir a aquellos políticos que habían saqueado las finanzas públicas y robado de distintas formas. AMLO se comprometió a apoyar a los pobres y así lo está haciendo, el presupuesto se está utilizando para realizar obras sumamente cuestionadas y para comprar el voto cautivo de los pobres. Pero aquí la incongruencia, ¿por qué entonces les pidió el voto a todos los mexicanos y a los únicos que está apoyando es a los pobres? Muchos se preguntan ¿y cuándo lo hará con los profesores, campesinos, pequeños agricultores, los obreros, las clases medias urbanas y rurales y con los empresarios, que arriesgan sus capitales y son responsables de generar riqueza en una sociedad?

¿Por qué esa obsesión de dividir al país?, ¿por qué no reconocer el esfuerzo del resto de las clases sociales? ¿Qué no debería de premiar a todos aquellos mexicanos que todos los días hacen su mejor esfuerzo por México? Un estadista debe pensar en todos, debe ser incluyente, convocar a la unidad de la nación para enfrentar todos los desafíos que se presenten. Pero una sociedad dividida jamás logrará el bienestar anhelado. ¿Por qué equiparar su 4ta. transformación, con los movimientos de la Independencia, la Reforma y la Revolución? Los héroes de estas proezas nunca se “pavonearon” de ser los causantes de estos movimientos. Ha sido la historia la que los ha ubicado en esa “altura”, no una persona que antes de hacer algo ya está diciendo que su movimiento “trascenderá” la historia, que sus luchas por la democracia son epopeyas equiparadas a las realizadas por Hidalgo, Morelos, Benito Juárez y todos los héroes de la revolución mexicana. La historia y el reconocimiento lo hace la sociedad, no antes sino después de que suceden los hechos. La historia es la que se encarga de poner a cada quien en su lugar y ubicarlos en su justa dimensión. ¿Cómo puede un gobernante que privilegia la “grilla”, la política, las elecciones, el gasto público para las campañas, por encima de las políticas públicas para hacer crecer la economía y el bienestar social compararse con esos personajes?

El cargo es efímero y el juicio de la historia será contundente.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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