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Memoria genética

La velocidad de los antílopes ya la sabía, pero no otra característica de su conducta. No saltan.

Efectivamente, los berrendos, únicos antílopes de América, corren a noventa kilómetros por hora (columna anterior), así lo constaté con un grupo de amigos en la gran pradera americana. En ese viaje, como en los otros cuatro que hicimos bajo la organización de mi buen amigo Héctor Sánchez Limón, el objetivo fue conocer y cobrar un ejemplar de “Antilocapra americana” en Nuevo México, ya que en nuestro país hay a lo sumo 900 berrendos y están catalogados en “peligro de extinción”, pero en los EUA hay 35 millones de ellos, gracias a un excelente manejo de conservación y por eso pueden cazarse.

La velocidad de los antílopes ya la sabía, pero no otra característica de su conducta. No saltan. El resto de los antílopes, de Asia, India y África, son grandes saltadores con lo que logran no solo salvar obstáculos, sino alejarse de su depredador. En cambio los berrendos, al llegar a un cerco de alambre de púas, se detienen, se regresan o se deslizan por abajo. El depredador más veloz de los antílopes africanos es el guepardo o “Chita”, famoso por ostentar el récord mundial de velocidad sobre tierra. ¿Pero qué conexión pudiese haber entre el berrendo americano y el guepardo africano? Para evolucionar, un velocista necesita un motor que lo persiga y logre salvarse alcanzando mayor velocidad que su perseguidor.

Resulta que en América existió un guepardo americano, el “Felis miracinonyx”, que cazaba berrendos y a su antecesor, el “Tetrameryx”, un berrendo de cuatro cuernos ya desaparecido, junto con el guepardo. En el centro del país se han encontrado fósiles de este felino y en el Golfo de Santa Clara, Sonora, del “tetracornio”. Una hipótesis propone que nuestro berrendo desarrolla tal velocidad porque solamente así podía escapar del guepardo americano. Y la amenaza felina está incrustada en sus genes, entonces el solo recuerdo de aquella amenaza, ahora extinta, lo hace correr a tal velocidad hoy sin necesidad.

Pero el asunto se vuelve aún más interesante cuando algunos investigadores encontraron que los guepardos vivos hoy en día en África, tienen genes del “miracinonyx” americano. ¿Cómo la ve ecológico lector? A raíz de este hallazgo, algunos intrépidos científicos intentan explicar este fenómeno diciendo que el guepardo nació en América y algunos emigraron hasta ¡Asia, África y la India!, mientras que los americanos se extinguieron hace 11 mil años. Su registro fósil indica que vivieron en Norte América durante 1.8 millones de años y desaparecieron al final del último glacial, junto con el formidable león americano, “Panthera atrox”, que era un 25% más grande que el actual león africano, y los tigres dientes de sable, “Smilodon fatalis”, y otros colmilludos.

El registro fósil consigna una rara ocurrencia: todos estos grandes felinos se extinguieron alrededor de hace 11 mil años, ¿por qué juntos? Hay explicaciones científicas, pero me resulta curioso que al desaparecer tan formidable enemigo de Homo sapiens, éste encontró el hábitat propicio para su expansión que no ha cesado desde entonces. Mientras, nuestros berrendos siguen huyendo de un fantasma, tienen memoria genética.

*- El autor es investigador ambiental ENCERRADO.

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