Melodrama electoral
Por su carácter o temperamento las leyes que mueven al pensamiento, punto de vista dialéctico, de ninguna manera son mecánicas lo cual hace notable que la esencia de estas no sean determinadas, ni en la forma ni en su contenido, por medio de réplicas automáticas pues, a la inversa, sus reacciones por derivar del recapacitar y la simple malicia abastecen al individuo de la indispensable capacidad para razonar e imaginar cómo, cuándo y para qué proceder de uno u otro modo en obvia contradicción a las leyes caóticas de la naturaleza que desatadas por fuerzas repentinas se manifiestan ciegas, espontáneas y del todo indiferentes.
Por su carácter o temperamento las leyes que mueven al pensamiento, punto de vista dialéctico, de ninguna manera son mecánicas lo cual hace notable que la esencia de estas no sean determinadas, ni en la forma ni en su contenido, por medio de réplicas automáticas pues, a la inversa, sus reacciones por derivar del recapacitar y la simple malicia abastecen al individuo de la indispensable capacidad para razonar e imaginar cómo, cuándo y para qué proceder de uno u otro modo en obvia contradicción a las leyes caóticas de la naturaleza que desatadas por fuerzas repentinas se manifiestan ciegas, espontáneas y del todo indiferentes.
Apuntalado lo precedente; de suyo se explica por qué la senda histórica seguida por el sujeto en la prolongada cruzada por hacerse del poder político y económico ha sido, a más de intensa y brutal, determinante en la evolución, civilidad y proyección humana cual lo registra el transitar de la comunidad primitiva al esclavismo, y de este, al feudalismo cuyas huellas fueron la fuente impulsoras del célebre y rapaz capitalismo que, reiteramos, el arranque como la metamorfosis y finalidad de dicho modelo ha sido instigado por las disputas del pensar y actuar de los contrarios.
Luchas por el poder que con el ascenso de la burguesía (siglo XV111) quedó determinada la supremacía de la libertad, igualdad, fraternidad y… de la propiedad donde el liberalismo integro’ el derecho de la persona sobre el Estado que pasado el tiempo estableció la democracia en sus diferentes acepciones o sentidos destacando, por supuesto, la “impuesta por la voluntad del pueblo” quien en apariencia decide a través del sufragio y candidatos, proclamados por los partidos políticos, a una minoría que simula encausar las enemistades existentes entre los intereses públicos y privados.
Precisamente el tipo o paradigma democrático más y mejor desarrollado por la clase burguesa corresponde, con sus respectivas peculiaridades, a la llamada “participación y representación” electoral que por principio establecen el gobierno y definen a las fuerzas que se apropian del mismo sobresaliendo, de acuerdo al hecho y temporalidad histórica, la legitimación a través de la cual los dueños del capital y sus testaferros mantienen blindados el opulento tesoro y caudal político-partidista en cuanto cadenas para conservar confiscado el Estado de la inequidad social, nulificador de la ley y autoritarismo secuaz que en la práctica amordazan la libertad e igualdad.
No hay vuelta de hoja ni de ojos frente a la urdida, imaginaria y ficticia democracia representativa-participativa que de la burguesía liberal a la neoliberal (1830-2021) ha sido impuesta sobre una sociedad que crédula continúa abonando, desembolsando su voto en gracia de los concentradores de la supremacía económica, que acuerpados en grupúsculos internacionales, desde la cúspide promulgan no solo la validez de la democracia burguesa sino, con emparejado énfasis, determinan cuál de sus personeros “ganó o perdió” ciertos comicios: de México a la Patagonia, entre otras regiones del “tercer mundo”, los ejemplos abundan.
Afortunadamente el escenario guiñol (representación teatral por medio de títeres) el actuado por los partidos y candidatos cada vez son mayormente rechazados…
*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.
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