Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Mexicali

Mantenimiento

Toda obra debe ser bien proyectada, bien construida y adecuadamente mantenida para que cumpla, durante su vida útil, con su función específica.

Toda obra debe ser bien proyectada, bien construida y adecuadamente mantenida para que cumpla, durante su vida útil, con su función específica. Si bien es cierto que un buen proyecto debe minimizar las tareas de mantenimiento, no existe ninguna obra que esté exenta de ellas. En particular, para la obra pública (que se construye con recursos del Estado y debe servir a la sociedad), ese mantenimiento tiene mayor importancia por varios motivos, entre los que se encuentran dos como los más importantes: la funcionalidad y la durabilidad. Una obra mal mantenida deja de servir adecuadamente al poco tiempo; como ejemplo más representativo, podemos mencionar las escuelas, los hospitales, los sistemas de transporte colectivo y las vialidades, por el gran impacto social que provoca su mal funcionamiento. El aspecto de la durabilidad (al igual que la funcionalidad) aplica para todas las construcciones. Se puede ver con claridad en los caminos: una ruta bien conservada, con pequeñas inversiones, se mantiene en buenas condiciones de servicio durante mucho tiempo. Si se le abandona, el deterioro progresivo obliga a realizar grandes inversiones y también se acorta su vida útil. El mantenimiento de las obras debe realizarse para que se conserven en buenas condiciones de servicio. No debe limitarse sólo a reparar los deterioros, sino también atender a las causas que los provocaron. Los distintos presupuestos del Estado deberían tener definidos los procedimientos (protocolos) de esos trabajos de mantenimiento, que deben establecer las tareas a realizar y la manera más directa y lo menos burocrática posible, de ejecutarlas. En circunstancias como las actuales (de escasos recursos económicos) los funcionarios públicos deberían dar prioridad absoluta al mantenimiento de las obras sobre la ejecución de obras nuevas, privándose por un tiempo de los tan difundidos cortes de listón. La funcionalidad y durabilidad van de la mano del mantenimiento de la obra. En términos del desarrollo económico, social y productivo, la inversión pública constituye uno de los pilares del crecimiento de un país. Una adecuada infraestructura facilita a la sociedad el acceso a los servicios de salud y de educación, así mismo asegura el tránsito eficiente de personas y el traslado de insumos y mercancías. Es un factor clave para superar la marginación y la pobreza. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 134 establece que, “los recursos económicos de que dispongan la Federación, los Estados y los Municipios, se administrarán con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados”. Asimismo, señala que la contratación de obra que realicen, se adjudicará o llevarán a cabo a través de licitaciones mediante convocatoria pública. El mantenimiento de la infraestructura pública, (cuando me refiero a ella, es toda la obra construida con recursos del erario) debe tener un programa de mantenimiento, es irresponsable pensar en obras nuevas si los puentes, sistemas de transporte, vialidades, edificios públicos están hechos un muladar o ponen en peligro la vida de los usuarios. Durante los últimos dos años el sistema de transporte colectivo (CDMX) ha dejado de funcionar correctamente, se colapsó por falta de mantenimiento, un medio de transporte cuyo costo de operación está muy por arriba de lo que pagan los usuarios por su uso, es imposible que se le dé el mantenimiento adecuado. En este sexenio está de moda hacer obras sin estudios ni proyectos ejecutivos, algunos de ellos sin ingeniería, ¡qué vida útil tendrán las obras faraónicas si estas no son rentables, habrá poco recurso para su mantenimiento? ¿Porque los gobiernos violan constantemente el artículo 134 de nuestra Constitución?, hacer obras sin sentido social, no productivas o rentables es muy fácil con dinero ajeno, quien o quienes responderán por ese gasto inútil que se realiza en algunas obras. ¿A quién se le ocurrió la estupidez de que hay sabotaje y que con la guardia nacional ya no habrá problemas de mantenimiento? Si así es, que nos manden unos 10,000 miembros de la guardia nacional para cuidar el acueducto, los baches, los puentes, los edificios públicos y decir que hay sabotaje o complot y evitar gastos de mantenimiento. En este sexenio les provoca alergia invertir en mantenimiento.

*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

En esta nota