Los claroscuros en la era de Trump
No todo es negro durante los tiempos difíciles y, aunque en Estados Unidos se vive una era de odio y racismo por las políticas antinmigrantes de Donald Trump, emergen los claroscuros y las historias con luz que son dignas de ser relatadas por enaltecer el espíritu de la humanidad.<br />
No todo es negro durante los tiempos difíciles y, aunque en Estados Unidos se vive una era de odio y racismo por las políticas antinmigrantes de Donald Trump, emergen los claroscuros y las historias con luz que son dignas de ser relatadas por enaltecer el espíritu de la humanidad.
Este es el caso de la texana Margaret Brown, quien visita desde hace dos años el centro de detención de inmigrantes de Otero (Nuevo México) únicamente para sentarse frente a los internos y escuchar sus historias.
Lo hace por amor, no por obligación, y ese sentimiento surgió durante una visita laboral que realizó como traductora al centro de detención de Eloy en Arizona, donde quedó impactada al ver a cientos de migrantes encerrados en jaulas sobre colchonetas desparramadas en el suelo.
Ahora, se ha convertido en la persona más cercana para los inmigrantes que llevan meses sin un contacto exterior mientras permanecen hacinados en celdas sin ventanas.
Esta mujer de 44 años se sienta junto a los detenidos para escuchar sus historias y así ha sabido de intentos de suicidio, de las huelgas y protestas que realizan, de la falta de atención médica, de la explotación laboral y de los castigos en aislamiento que sufren continuamente.
Con firmeza aseguró que esos lugares administrados por el gobierno federal están diseñados para destruir el espíritu de las personas, se trata de sitios “llenos de tristeza” y hechos para “destruir la fe” de personas que ni siquiera deben estar detenidas, ya que no enfrentan cargos, ni son criminales.
Durante una de sus visitas rutinarias en junio pasado se enteró de que había muerto dentro del centro de detención Johana Medina, una mujer salvadoreña transgénero de 25 años, que esperaba en esa cárcel una respuesta a su petición de asilo político.
Al enterarse de su muerte, la que fue sumamente mediática, sintió que les falló a los inmigrantes, y espera no se vuelva a repetir un caso donde ella esté enterada de la depresión y la falta de medicamentos de los internos, que les provoque la muerte.
También le ha tocado hablar con los inmigrantes cubanos que intentaron suicidarse en octubre pasado al cortarse las muñecas en señal de protesta.
Recordó a un inmigrante venezolano detenido 27 meses que se sentía "ultrajado" en ese centro de detención al permanecer cautivo sin razón alguna. Su final también fue trágico, perdió su caso de asilo y lo deportaron.
Esa es la realidad, el sistema migratorio está diseñado para negarles cualquier posibilidad de dejar a los refugiados en libertad, aunque cuenten con patrocinadores y puedan llevar sus procesos fuera de forma legal.
Otero alberga a más de mil internos y Brown indicó que cada uno de ellos “tiene un historia triste, empezando porque no existe una razón para tenerlos detenidos”.
En esos sitios no reciben comida suficiente, sufren abusos diarios, son agredidos verbalmente y los privan de cualquier información sobre su proceso de detención y sus fechas de salida.
Brown relató el duro día a día de los internos e hizo hincapié en que solo tienen derecho a salir al patio dos horas, pero cuando les toca el turno de las mañanas prefieren quedarse dentro por el frío.
Ha conversado con personas que no salen en meses, permanecen dentro del edificio sin ventanas, no les dan clases, ni recreación, la mayoría prefieren trabajar 8 horas por un dólar solo para pasar el tiempo. Trabajan en la cocina, limpieza, lavandería en el mismo centro de detención, “es una situación horrible”, reconoció.
La texana recordó que hay cientos de casos de separación de padres e hijos, por periodos de ocho meses o más. Algunas veces Brown se imagina que pudiera estar en la situación de los inmigrantes y confesó que para ella "sería bastante difícil".
Está convencida que la mayoría de los norteamericanos no aguantarían un mes en un centro de detención, se requiere bastante fuerza para resistir y la razón porque ellos lo logran es que ya han sufrido bastante en sus países y solo piensan en sus familias.
La tristeza se percibe en cada rincón de esos sitios, pero personas como Brown llevan un rayito de luz en medio de las tinieblas.
Segura y firme me dijo que seguirá visitando el centro de Otero para escuchar las voces de los inmigrantes.
“Siento mucha tristeza y no puedo creer que permitimos que esto pase, pero cuando veo que ellos están dispuestos a aguantar, yo también sacó fuerza para seguir apoyándolos”, me relató.
Y yo pienso, si ella puede seguir en su encomienda, yo puedo escribir su historia, y así vamos matizando con blanco lo negro y, juntos podemos crear claroscuros que en el futuro deriven en luz.
*Corresponsal en Arizona, Nuevo México y Texas de la Agencia Internacional de Noticias Efe.
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