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Limón, ajo y cúrcuma contra el coronavirus en EEUU

“Yo no me quiero morir”, dijo Cristina, una inmigrante con coronavirus que vive en Estados Unidos. Así que guardó las indicaciones que le dio un doctor cuando acudió al hospital porque no podía respirar, y se regresó a su casa a sobrellevar la enfermedad con remedios compuestos de limón, ajo y cúrcuma.

“Yo no me quiero morir”, dijo Cristina, una inmigrante con coronavirus que vive en Estados Unidos. Así que guardó las indicaciones que le dio un doctor cuando acudió al hospital porque no podía respirar, y se regresó a su casa a sobrellevar la enfermedad con remedios compuestos de limón, ajo y cúrcuma.

Como Cristina, miles de hispanos en este país han sacado las recetas de las abuelas, las recomendaciones de los vecinos, los remedios de los amigos, y han armado sus bunkers en sus propios hogares para luchar contra el virus con auto recetas, impulsadas más por la fe, que por el ojo clínico.

Por desgracia los latinos son una de las poblaciones más golpeada por la pandemia, según los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en una proporción 4 a 1 con la población blanca, entre otras razones porque muchos se recluyen en sus casas cuando son contagiados ante el temor por su situación migratoria o los gastos hospitalarios.

Según algunas investigaciones, los factores pueden ser también culturales, la mayor exposición al virus por tener trabajos esenciales y al mismo tiempo barreras para acceder a las pruebas de diagnóstico y a cobertura sanitaria.

La realidad es que “les da miedito” ir al hospital por los cobros y que los puedan deportar, me narró Rosa Pastrana, líder comunitaria de uno de los barrios que conglomeran a la mayor parte de inmigrantes en Phoenix.

Arizona está, de acuerdo a los datos disponibles, entre los estados con la explosión más grave de coronavirus actualmente, y en algunas categorías es el más afectado. La semana pasada cruzó la barrera de los 100.000 casos confirmados de coronavirus, y a la fecha casi alcanza las 2.000 muertes, con 4.000 mil contagios diarios en promedio, colocándose así en lo más alto de casos per cápita en el país.

Pero dentro de estas estadísticas, los más “golpeados” siguen siendo los inmigrantes, quienes en su mayoría se ven orillados a enfrentar la enfermedad en sus hogares y con remedios caseros.

Algunos mandan traer medicina de México y la mayoría se auto recetan, otros toman vitamina C y desinflamantes, otros más se nebulizan, me cuentan algunos residentes de los suburbios hispanos. También, señalan que son los hombres los que menos quieren atenderse, siguen trabajando enfermos porque tienen que mantener a la familia.

Según CDC, de 640.000 infecciones detectadas en casi 1.000 condados las personas latinas tienen casi el doble de probabilidades de morir por el virus que las personas blancas.

Si a eso le agregamos, que para los inmigrantes siempre ha existido el temor de acudir a una sala de emergencias, porque es sabido que el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) en ocasiones los esperan afuera de los hospitales para deportarlos, por lo que prefieren sobrellevar la enfermedad resguardados en sus hogares.

Ellos son los infectados que no aparecen en las estadísticas de los médicos, son los enfermos que, como Cristina, decidieron dejar los hospitales a un lado, encomendarse a Dios, desempolvar las recetas familiares y preparar los remedios con limón, ajo y cúrcuma.

*Corresponsal de la Agencia Internacional de Noticias EFE en Arizona, Nuevo México y Texas.

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