Las gracias
Doy gracias por poder abrir las puertas de mi casa a mi gente, porque pese a la oscuridad de los días pasados.
Doy gracias por vivir, reír y soñar.
Agradezco por las mañanas claras y las tardes frescas.
Doy gracias porque el recuerdo de mi madre sigue intacto.
Agradezco por mis pulmones inflados de aire.
Doy gracias por los buenos amigos y las risas insolentes.
Agradezco disfrutar un otoño más con su invierno caprichoso.
Doy gracias por poder abrir las puertas de mi casa a mi gente, porque pese a la oscuridad de los días pasados, pudimos volver a abrazarnos, bailar y juntar las copas para brindar por un nuevo instante de vida.
Reconozco que los tiempos no han sido sencillos y en el camino hemos perdido gente preciada, a todos ellos les doy las gracias por su amor y sus enseñanzas.
Agradezco por seguir sana, aunque en ocasiones siento que este virus es injusto y la culpabilidad acecha mi conciencia al cuestionarme por que unos mueren y otros no. Aun así, siempre agradezco el seguir en este mundo escribiendo estas tercas letras.
Doy gracias porque nuestra casa se llenó de luz en el Día de Acción de Gracias. Llegó la “bola” como decía mi abuela y mi sala se convirtió en un campo de batalla decorado con cobijas de todos colores.
Agradezco las largas conversaciones, los recuerdos revividos, las anécdotas contadas, así como las nuevas memorias que poblarán nuestros futuros encuentros. Doy gracias por olvidar, aunque sea por un momento, la eterna pandemia que nos confinó a largos días de ostracismo, soledad y ese persistente temor a enfermar, no volver a saborear lo dulce, no oler nunca más la guayaba y dejar de respirar lentamente. Agradezco este rayo de luz, pese a que los días siguen siendo inciertos, volví a mirar los ojos de mi gente, la que me vio crecer en los pueblos, bajo el sol de Mexicali, jugando en las calles y en las tertulias familiares.
Doy gracias porque cociné con más amor del acostumbrado, desde temprano seguí el ritual del guajolote, y después de más de tres horas coloqué el pavo dorado sobre la mesa rodeada de nuestra familia.
Agradezco, porque al mirar los ojos de mi pareja Jeremy, entendí que después de esta larga travesía llamada vida, al fin encontré mi espacio. Mi lugar en este mundo. Mi hogar.
Gracias, gracias, gracias.
** La autora es Periodista independiente para la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ por sus siglas en inglés).
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