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La mini República Bananera

La llamada “Ley Bonilla”, reforma constitucional que permitió aumentar de 2 a 5 años el próximo período gubernamental, que ha generado un cúmulo de reacciones en el país hasta llegar a la  fantasiosa visión separatista, obliga a un análisis profundo. 

La llamada “Ley Bonilla”, reforma constitucional que permitió aumentar de 2 a 5 años el próximo período gubernamental, que ha generado un cúmulo de reacciones en el país hasta llegar a la fantasiosa visión separatista, obliga a un análisis profundo.

Y es que más allá de los alcances o definiciones jurídicas o del rechazo que podría sufrir esta polémica reforma constitucional en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es menester analizar el caso desde la óptica de la comunicación sociopolítica.

La interconexión producida por las redes sociales generó que este caso alcanzara en cuestión de horas una dimensión nacional e incluso internacional.

El asunto pasó de ser de interés estatal para colocarse en la agenda de temas del propio presidente, Andrés Manuel López Obrador.

La cobertura periodística y la profusión de mensajes en Facebook y en Twitter sobre expuso el acto de los diputados bajacalifornianos, que esa noche del lunes 8 de julio habían aprobado las reformas constitucionales que permitían aumentar de 2 a 5 años el próximo período gubernamental.

Quizá quienes planearon esta modificación a la Constitución de Baja California calcularon los movimientos que generaría en distintas aristas, pero no en el ámbito de las redes sociales en las que se alzaron voces de líderes.

Esto se convirtió en un verdadero escándalo nacional que ciertamente puso en aprietos políticos y comunicativos al mismo López Obrador, con quien el mismo Bonilla ha dicho o presumido tener una cercana relación.

En ese contexto surgieron las diversas voces como la de Cuauhtémoc Cárdenas, Tatiana Clouthier, Ricardo Monreal, Ifigenia Martínez, Gerardo Fernández Noroña, Alejandro Rojas Díaz Durán, así como la mismísima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, entre otros muchos que se oponían a la reforma.

No hubo forma de realizar control de daños porque el tema se “viralizó” de un día para otro, con una vigorosa corriente de opinión en contra, en donde la andanada de críticas partían desde el punto de vista jurídico, pasando por la política hasta el social y sus repercusiones en la vida cotidiana, aunque había muchos que no podían o querían asimilarla.

En el estado el círculo rojo y, posteriormente el ciudadano, se convulsionaron ante la andanada de golpes jurídicos y mensajes políticos que desde el centro del país enviaban envenenados funcionarios de asignación y representantes populares.

La gota que derramó el vaso en contra de la ya conocida como Ley Bonilla, fue el exhorto aprobado por unanimidad en el Senado de la República donde se exhorta al Congreso del Estado dejar sin efecto la fatídica reforma constitucional.

Ante la cascada de rechazos a la “Ley Bonilla” empezó esta mini campaña muy endeble contra el centralismo, de una forma separatista y muy bananera.

De nueva cuenta el mensaje enviado por los estrategas de comunicación política de Bonilla llegaron tarde, descompuestos, sin visión, sin emoción, sin empatía colectiva.

Digo que esta mini campaña llegó tarde porque Bonilla nunca dijo eso siendo Diputado Federal, Senador o Súper Delegado, que representaba los intereses centrales en BC.

Quizá es tiempo de que el gobernador, Francisco Vega de Lamadrid publique esta reforma para evitar un encono socio político mayor en el estado y que se defina ya, para evitar mayores estrategos intermedios.

Pero de eso hablaremos en la próxima entrega.

La verdad sea dicha.

* La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.