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La maquinaria priista de Morena

Se fue la mayoría panista del congreso en Baja California y llegó la de Morena con 17 diputados de mayoría relativa (en una legislatura con un total de 25) lo que la convierte en la primera que tendrá un dominio total del poder legislativo.

Se fue la mayoría panista del congreso en Baja California y llegó la de Morena con 17 diputados de mayoría relativa (en una legislatura con un total de 25) lo que la convierte en la primera que tendrá un dominio total del poder legislativo, quizás parecido al que tuvo el PRI en sus primeros años de gobierno en el estado.

Con este vuelco debería esperarse un cambio sustancial del poder legislativo en BC, de tal forma que le permita recuperar su autonomía con respecto al gobernador en turno y jugar un papel más relevante frente a los problemas que tiene la sociedad. Con el PRI, el congreso local fue un órgano sometido al poder del gobernador, y lo siguió siendo después que el PAN llegó al gobierno estatal en 1989, sobre todo cuando alcanzó cierta mayoría.

Desgraciadamente, todo indica que con Morena el congreso local va a seguir igual o incluso empeorar. Sus primeras acciones indican que van a adoptar el mismo camino o la misma consigna de los partidos mayoritarios: “aquí mandamos nosotros” y las minorías legislativas son irrelevantes, como lo han sido en BC.

En su primer día de actividades, los diputados de Morena aprobaron cambiar un artículo de la ley para poder tener simultáneamente la presidencia de la mesa directiva del congreso y la presidencia de la Junta de Coordinación Política, que reúne al resto de las fracciones políticas. De un plumazo borraron los mínimos equilibrios que deben existir en un órgano que, por más que esté dominado por una fuerza, es un órgano plural.

Los diputados de Morena, como algunas otras autoridades electas de ese partido, creen que cambiar o innovar en el funcionamiento de las instituciones es arrasar o imponer decisiones, eliminar la pluralidad o establecer una sola voz en el diagnóstico de los problemas. Más que una tendencia democrática, los de Morena dejan ver (hasta ahora) una veta autoritaria y de viejo cuño priista.

El riesgo de que esta legislatura dominada por Morena sea igual o peor que las anteriores se nutre de la trayectoria de los diputados y de su estrecha relación y dependencia del gobernador electo Jaime Bonilla. Casi todos ellos le deben su ascenso y su carrera a este personaje, empezando por Catalino Zavala, quien presidirá la primera mesa directiva para luego irse al gabinete del gobernador.

El resto de los diputados son, por lo menos hasta ahora, incondicionales de Bonilla, promotores de los 5 años de gobierno y entusiastas de la agenda del poder ejecutivo o de sus proyectos, como le dicen ahora, por lo que las posibilidades de que el congreso tenga una agenda propia (no en contra) parecen remotas. La vieja demanda de la separación de poderes puede quedar sepultada con los diputados de Morena en BC, igual que con el PRI y el PAN.

Los aliados con los que llega Morena al congreso están cortados con la misma tijera. Es el caso del PVEM cuyo diputado, Fausto Gallardo, viene del PRI, pero también es el caso del PT con Claudia Agatón (que se va a eternizar en el congreso) con ligas en el partido tricolor desde hace tiempo. Luis Moreno del partido Transformemos, que perdió el registro en esta elección, parece también haber encontrado su lugar (político) en Morena y en el viejo PRI, contradiciendo su discurso de hace apenas unos meses atrás.

Todos estos diputados tienen un solo proyecto personal y político: poder “sobrevivir” y mantenerse vigentes aunque para ello tengan que inclinar la cabeza y rendirse ante la nueva mayoría de Morena y el nuevo gobernador. Los demás harán lo mismo, porque en realidad ninguno se mueve por principios o proyectos que no pasen por el poder personal, una actitud que ha empobrecido el trabajo de los diputados y a los políticos profesionales y de ocasión.

Entonces, es muy probable que los diputados de Morena en BC se conviertan en la “mayoría mecánica” de ese partido, como antes lo fueron los del PRI y recientemente los del PAN. Diputados que siguen las órdenes del gobernador y aprueban sin discusión todas sus iniciativas y propuestas, repitiendo simplemente la historia del poder legislativo en la entidad que lo ha llevado a su desprestigio.

Hay que recordar que el contexto del nuevo congreso local está caracterizado por la pésima imagen que crearon los diputados del PAN y del PRI del mismo, no sólo por sus decisiones erróneas en varios temas sino porque, al final, se sometieron a las exigencias de Bonilla para cambiar el periodo de gobierno, detonando una crisis política que tiene en vilo al país o la opinión pública.

Con todo y que los electores decidieron dar un voto mayoritario a Morena (en un marco de altísima abstención electoral), el desprestigio de los diputados se ha afianzado entre la sociedad. Nadie o muy pocos los considera dignos de confianza y nadie cree que respondan a los intereses de la gente. Morena no está exenta de este fenómeno.



Y ya cometieron su primero error.





*El autor es analista político.