La importancia de la oración
Una de las tragedias más graves del hombre de hoy es su incapacidad para la oración.
Una de las tragedias más graves del hombre de hoy es su incapacidad para la oración. Las nuevas generaciones al abandonar las prácticas de piedad que alimentaron la fe de sus padres, hicieron que la oración prácticamente haya quedado excluida de la vida de muchos que se dicen cristianos.
Sin ese vínculo con Dios, se pierde la capacidad del silencio interior y de encontrarse con el fondo de su ser. Distraídos por mil sensaciones, embotados interiormente, encadenados a un ritmo de vida agobiante, se pierde la fe, quedando la oración devaluada como algo inútil.
Sin embargo, no lo es, sino todo lo contrario. Y es la misma vida, con sus altas y sus bajas, la que nos va mostrando la necesidad de orar y tener fe. Como la historia que hoy les comparto, donde comprobamos cómo Dios siempre responde:
“El Dr. Mark era un oncólogo famoso. Un día, voló para impartir una importante conferencia y recibir un premio en medicina. Una hora después del despegue, hubo un aterrizaje de emergencia en un aeropuerto cercano al lugar a donde se dirigía. Necesitó entonces alquilar un automóvil para dirigirse a la conferencia. De repente el clima empeoró y comenzó una violenta tormenta.
Debido a ello, el GPS del auto dejó de funcionar, giró en dirección equivocada y se perdió. Después de horas conduciendo, sintiéndose hambriento y cansado, decidió buscar un lugar para quedarse. Finalmente encontró una pequeña casa. Desesperado llamó a la puerta. Una mujer abrió. Él le explicó y le pidió usar su teléfono, la mujer le dijo no tenerlo, invitándolo a entrar hasta mejorará el clima. El médico aceptó y entró. La mujer le ofreció algo caliente y se fue a orar.
El Dr. Mark sonrió pensando que solo creía en el trabajo duro; sentado a la mesa, tomando un té, observó a la mujer orar junto a una cuna a la tenue luz de las velas, dándose cuenta de que necesitaba ayuda, así que cuando termino de orar le preguntó:
¿Qué es lo que quieres de Dios? ¿Crees que alguna vez escuchará tus oraciones? La mujer sonrió tristemente y dijo: El bebé de la cuna es mi hijo, tiene un tipo raro de cáncer, y solo un médico de nombre Mark, puede curarlo, pero yo no tengo dinero y ese doctor vive muy lejos. Dios todavía no ha respondido a mi oración, pero sé que me ayudará, nada quebrantará mi fe.
Aturdido, sin palabras, el Dr. Mark se echó a llorar diciendo: ¡Dios es maravilloso! Recordó lo que pasó: El accidente del avión, la lluvia torrencial que hizo perdiera el rumbo, todo porque, no solo a ella respondió a su súplica, también le dio a él, la oportunidad de salir de su incredulidad y redescubrir el valor de la oración y la fe.
Hoy a quienes practican su fe, les llaman “fanáticos religiosos”, o al menos ingenuos o tontos. No los escuches ni permitas que los tibios te impidan descubrir lo más importante que es vivir en la paz y la alegría que da, encontrarle sentido a la vida y en consecuencia la trascendencia en Dios.
* La autora es consejera familiar.
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